CRONICARIO CULTURAL APOTEÓSICA CELEBRACIÓN Cumpliendo una de las jornadas mas apoteósicas y participativas de la historia, nuestro Municipio Miranda, con sus autoridades Municipales (Alcaldía y Concejo Municipal), celebró los 209 Aniversario de la Campaña Admirable de 1813 y Paso del Libertador Simón Bolívar y su Ejército de Patriotas por nuestra jurisdicción Municipal. Las actividades se desarrollaron, en medio de gran entusiasmo, participación popular y con sentido de identidad cultural, los dias 11 y 12 de junio de 2022, contando con la presencia de Autoridades regionales y la Fundación Cultural “Bolívar Vuelve”, además de promotores, docentes, estudiantes y pueblo del Municipio Rangel. El Collado del Cóndor fue el escenario, donde nuestra delegación Mirandina, con sus Autoridades encabezadas por el Alcalde José Concepción Rivera, Ing. Ramón Ramírez, Presidente del Concejo Municipal, estudiantes, profesores, representantes, cultores y público en general, recibieron la réplica de la Espada del Libertador que simbólicamente marcó los recorridos que hicieron paradas en Cruz Chiquita, La Venta y el Monumento a Bolívar al pie del Cerro Mufique, donde se desarrollaron los Honores correspondientes y los tributos artísticos y culturales de la comunidad escolar que hace vida en las distintas instituciones educativas del Municipio Miranda. Los actos fueron muy emotivos, cargados de creatividad, colorido, musica y espíritu bolivariano, y en cada espacio hubo una gran participación del pueblo, acompañando el histórico recorrido que emuló la gesta patriótica del Paso por los Páramos andinos como lo hicieran nuestros Libertadores en aquel año de 1813. Hubo además Sesión Especial del Concejo Municipal, en el Teatro Parroquial de Chachopo, donde recibieron la Condecoración Municipal Orden “Campaña Admirable. Paso del Libertador por el Páramo Merideño”, algunos personajes destacados, a saber: Antonio Castellanos, Magister Orlando Cegarra y Promotor Cultural Eleazar Ramírez, cerrando con una extraordinaria Velada cultural ofrecida por los integrantes del Grupo Cultural “Noche de Paz”. Era la tarde noche del 11 de junio. Es digno de resaltar, la apoteósica actividad que vivimos en Timotes, donde a pesar de la lluvia mañanera, desde tempranas horas, se recibió a la Comitiva de patriótas, donde se unieron el Gobernador Jehyson Guzmán y su equipo de trabajo, entre ellos los miembros de la Fundación Cultural “Bolívar Vuelve” para que estudiantes y representantes, docentes y pueblo en general, ofrecieran lo mejor de sus brillos culturales en los sectores: Pie de Cueta, Chijós, Plaza Miranda (desde donde comenzó la Parada Militar) y Plaza Bolívar, como exhaltación de nuestra Primera Fecha histórica Municipal. El acto central se desarrolló en la Plaza Bolívar de Timotes, con la participación masiva del pueblo y sus autoridades, con todos los protocolos y solemnidades del caso, desarrollándose en medio de Himnos, ofrendas al Padre de la Patria, Honores de los Estudiantes de Premilitar, palabras de Bienvenida del Alcalde, Lectura de la carta de la Directora de la UNESCO, Discurso de Orden titulado “Diálogo Imaginario entre Paramerito y Mucuchacayhay en la Plaza Bolívar de Timotes”, pronunciado por Jesús María Espinoza Marín (Cronista Oficial del Municipio) y Rafael Alejandro Moreno Torres, estudiante de Sexto Grado de la Unidad Educativa “Canónigo Uzcátegui” de Timotes, Condecoraciones y diversidad de expresiones artístico culturales que nuestros docentes, estudiantes y representantes ofrecieron a los presentes. Finalmente, las agrupaciones de parada, integradas por estudiantes y la Comitiva Municipal Autoridades pueblo, recorrieron la Ruta de la Trasandina con parada en Casa de Teja y La Vega, donde continuaron los tributos y homenajes, entregando el relevo a las Autoridades e intituciones del Estado Trujillo, representado por el Secretario general de gobierno y sus acompañantes. Era la mañana tarde del 12 de junio. Destacamos el apoyo irrestricto para el buen éxito de esta grandiosa jornada de los Directores de la Alcaldía del Municipio Miranda, Concejo Municipal, los Cuerpos de Seguridad representados por efectivos de la Policía Nacional, Guardia Nacional, Policía Estadal, Cuerpo de Bomberos, Protección Civil y Brigada de Protección “Chamarú”, quienes pusieron todo su empeño para garantizar la seguridad y el orden en los diversos actos. Así nuestro Páramo andino, nuestro Municipio Miranda (Piñango, Cruz Chiquita, La Venta, Chachopo y Timotes), se unieron jubilosamente a la Causa Patriótica Bolivariana, marcando la historia de esta gran celebración, sin duda la mas apoteósica y participativa del Páramo Andino venezolano. Jesús María “Chuma” Espinoza Marín Cronista Oficial del Municipio Miranda Timotes, 13 de Junio de 2022
CRONICASdelMUCURUJUN
lunes, 20 de junio de 2022
lunes, 13 de julio de 2020
Monseñor Buenaventura Vivas A 153 Aniversario de su Nacimiento Z
CRONICARIO CULTURAL TIMOTENSE
MONSEÑOR BUENAVENTURA VIVAS
(1.867 - 1.946)
Cada 14 de julio, conmemoramos el Aniversario del Nacimiento, en la población de Michelena estado Táchira, del Presbítero Mons. Buenaventura Vivas, conocido en los anales de la historia de Timotes como El Forjador del Progreso.
Nació en ese poblado andino-tachirense, un 14 de julio de 1.867, en el seno de un hogar humilde y cristiano. Sus padres le dieron calor familiar, sus primeras enseñanzas y los medios para su educación formal, en medio de la alegría y las dificultades de la época. Desde muy niño sintió el llamado del Señor a los servicios de la iglesia, por lo que muy joven fue enviado por sus padres a cursar estudios en el Real Seminario San Buenaventura de Mérida, donde con esfuerzos se formó durante años. Con paciencia y gallardía, concluyó sus estudios religiosos y un 22 de febrero de 1.891, recibió su Ordenación Sacerdotal de manos del Excelentísimo Monseñor Antonio Ramón Silva.
Sus primeras responsabilidades sacerdotales las cumplió en su tierra natal, por lo que aparece en las crónicas bendiciendo la iglesia San Pedro Apóstol de Capacho, un 28 de junio de 1.893. También se desempeñó como Cura Teniente ayudante del Presbítero Juan de Jesús Rosales, en su parroquia San Juan Nepomuceno de Michelena, su pueblo natal. Para enero de 1.895 continuaba como Cura Teniente del Presbítero Juan Isidro Pérez en su pueblo natal, desarrollando una labor espiritual que apuntaba al desarrollo integral de su terruño. Más tarde, fue llamado a Mérida donde se encargó de oficiar en las parroquias La Punta, Jají y otros pueblos del Sur del estado. El día 1° de octubre de 1.899, aparece como firmante, dirigiendo junto al Presbítero Trinidad Colmenares, una protesta fuerte contra el General Tulio Fernández. Los primeros años del Siglo XX los pasó en Mérida, encargado de los sitios nombrados. En el año 1.908, enfrentó serios problemas en Jají, lo que lo obligó a pedir al Obispo Silva, su traslado de parroquia. Para satisfacción y alegría de nuestra sociedad Timotenses, fue designado Cura Vicario para regir los destinos de la parroquia Santa Lucía, la cual comprendía jurisdicciones de Palmira, Mesa de Esnujaque, La Venta, Chachopo, Piñango y Timotes. En septiembre de 1.908 se encargó oficialmente de dicha parroquia, marcando el inicio de una grandiosos obra, tanto espiritual como material, que quedó para la historia y le ganó el calificativo de Forjador del Progreso Timotense.
Su nombre está íntimamente ligado a obras desarrolladas entre 1.908 y 1.936, como: adquisición de la Casa Cural, construcción de los primeros acueductos, Fundación de la Oficina Central Telefónica e inicio de las comunicaciones con la Empresa C.A. Teléfonos de Timotes, la restauración general del Templo de Santa Lucia actual basílica menor, la Construcción del tramo carretero Timotes - Valera, génesis de la Gran Carretera Trasandina (1.916 - 1.924), la cuál permitió la integración territorial entre el centro y el occidente del país, activación de la primera planta de alumbrado público y adquisición de las primeras campanas de bronce para nuestra iglesia, entre otras.
Además fue miembro Fundador, en 1.916, del periódico La Voz del Progreso, órgano informativo de la Junta "Unión y Progreso" del entonces Distrito Miranda, encargada de pregonar, promover y cristalizar las distintas obras públicas necesarias para el desarrollo del pueblo y que lo situaron como una referencia de la época. Fue columnista colaborador del periódico El Pordiosero, primer periódico de Timotes y miembro fundador de Sociedades y juntas como la sociedad Benefactora y la Junta Patriótica encargada de la conmemoración del primer centenario del 19 de Abril en 1.910 y 5 de Julio en 1.911, dando muestras de integración, bondad y civismo. También se desempeñó como Superintendente de Instrucción Pública del Distrito.
El Papa Pío XI lo designó Prelado Doméstico, representando este hecho el de mayor significación en la vida del sacerdote, por lo que un 30 de abril de 1.926, como premio a sus treinta y cinco años de servicio, recibió fastuosamente, en la iglesia Santa Lucía de Timotes, su investidura prelaticia, de manos de su Excelencia Mons. Antonio Ramón Silva, Primer Arzobispo Metropolitano de Mérida.
El destino le deparó diez años más de servicio en nuestra tierra y en el año 1.936 entregó la responsabilidad de la parroquia al Presbítero Luis Alejandro Rodríguez, radicándose en su pueblo Michelena como director espiritual de esa parroquia donde también dejó sus huellas al desarrollar el final de su obra, en medio de la enfermedad que lo agobió. De su peculio, señaló el Presbítero Nestor J. Fernández Pacheco, en su obra:"Perfiles Sacerdotales de la Iglesia Merideña" "donó el reloj de la torre de la iglesia" y otras acciones. Es inolvidable la celebración, junto a su pueblo, de las Bodas de Oro Sacerdotales, celebradas con júbilo un 22 de febrero de 1.941. Murió en su pueblo, a la edad de 76 años, un 26 de febrero de 1.943, siendo inhumado en el cementerio municipal de Michelena del Táchira, donde reposan sus restos.
Hoy nos llenamos de júbilo rememorar ésta sencilla historia de Monseñor Buenaventura Vivas, designado por las autoridades, los hijos y amigos del terruño como El Forjador del Progreso Timotense, en el marco de las actividades del Primer retorno de los Hijos de Timotes, desarrolladas en diciembre de 1.967 cuando concidencialmente se Conmemoraba el Primer Centenario de su nacimiento. Hoy a 153 años de su Nacimiento, rendimos homenaje a su nombre y a su obra destacada, inmortalizada en esas dos grandes obras que le dan realce a nuestra tierra e historia como son: restauración del Templo de Santa Lucia, hoy Basílica Menor Santa Lucía de Timotes; y La construcción de la Carretera Timotes - Valera, génesis de la Gran Carretera Trasandina. Honor y gloria a Mons. Vivas en su fecha aniversario!
Jesús María "Chuma" Espinoza Marín
Cronista Oficial del Municipio Miranda
Timotes, 13 de Julio de 2.020
martes, 22 de enero de 2019
7.- ABASTO LOS TIMOTIES, ESQUINAS DE TIMOTES Y ANECDOTA DE "PENDEJO NIÑO" 2019
7.-
CONVERSACIONES ENTRE TIMOTEROS
ABASTO
LOS TIMOTIES, ESQUINAS DE TIMOTES
Y LA
ANÉCDOTA DE “PENDEJO NIÑO
Por: JESUS MARIA “CHUMA”
ESPINOZA MARIN
ABASTOS LOS TIMOTIES
ABASTOS LOS TIMOTIES
Continuando con nuestra crónica
denominada “Conversaciones ENTRE Timoteros”, vale la pena
destacar, lo que significó el conocido y emblemático Abasto “Los
Timotíes”, de don Pedro Agustín Ocanto, en aquel Timotes
laborioso del siglo pasado, y lo vamos a enfocar de la manera
siguiente para deleite y conocimiento de todos, quienes acompañen
con la lectura esta propuesta. Iniciamos destacando lo que opinan,
nuestros paisanos, a través de las redes sociales porque,
nuevamente, nuestro amigo Geógrafo Jesús Oraides Franco, en su
celebrada cuenta de facebook titulada “Timotes del Recuerdo y
del Presente”, nos entregó: una gráfica del Timotes de la
década del 70 (publicada 13 de septiembre de 2015), comentando que:
“Allí vendía queso criollo y cuajadas, así como carne traida de
Escuque. Noten que no faltaba un "palito" de Etiqueta Negra
pa´ los clientes. Era Don Pedro Agustín Ocanto, dueño y señor de
“Abastos Los Timotíes”, en la misma esquina donde permaneció
por años. En esta ocasión está acompañado de su hermano Antonio
(Cabezón, de cariño) ... Los que recuerden este negocio, antes de
ser de las dimensiones como le conocimos, pues que eche(n) el cuento
o ... los cuentos...”
De inmediato, plasmó su frase,
Carlos Pérez, señalando: “Don Pedro, Dios lo tenga en la gloria”.
Gabril Rivas, se unió escribiéndo: “Don Pedro Ocanto nos regalaba
helados cada vez que mi padre hacia las compras”. Le siguió, Leida
Araujo, afirmando: “Siempre nos daba la ñapa... Q.E.P.D.”
Mientras María Antonieta Villarreal Rodríguez, también opina,
estableciéndo oraciones valiosas: “Un gran señor, grande la
nobleza de su corazón. Uno de los tantos valores fué el respeto
hacia todos.” Elio Franco, paisano y siempre atento a la dinámica
de las redes sociales, señala emocionado: “Entre Don Pedro y mi
papá (tu abuelo Guillermo, en alusión a Jesús Franco) existió una
gran amistad y antes de estar el negocio donde funcionó
ultimamente, estuvo en la esquina donde comenzó a funcionar el Banco
de Fomento Regional Los Andes. (al lado de arriba) allí ibamos mi
papá y yo a comprar lo necesario creo que para la semana y el
tradicional "tanganazo" que le otorgaba Don Pedro a él
como cliente, no se de qué era el trago”. No hay duda que Elio
rememora los finales de los años cincuenta del siglo pasado y en
cuanto al “tanganazo” era uno de los tantos calificativos para
disimular el brindis de un trago de licor. También, el amigo Nerio
Vergara, profesional timotense, descendiente de Don Misael Vergara y
Doña Justina Ocanto de Vergara, plasma su opinión con respeto y
convicción absoluta, en los siguientes términos: “Mi Tio Pedro,
fue en vida un hombre trabajador, responsable, servicial, una
excelente persona, y para nosotros sus familiares constituye un
ejemplo a seguir. Prueba de ello son los testimonios mencionados en
los parrafos anteriores. Para mi familia es un honor y una
satisfacción que mi Tio Pedro sea parte de nosotros, honor y gloria
para quien lo merece. Dios lo tenga en la gloria, Amen.” Mireya
Quintero, imaginaos que suspira, recuerda y escribe: “Qué
recuerdos!”. Alcira Briceño también afirma: “Lo conocì, que en
paz descanse”. Vuelve Mireya Quintero, reafrmando: “Como no
recordarlos! Qué tiempos!” Carlos Pérez, de nuevo plasma su
recuerdo: “Este negocio originalmente quedaba en la esquina, donde
está, en este momento, una tienda de artículos musicales. Luego
pasó a la esquina frente a la Posada Doña “Emilia cuando Don
Pedro construyó su negocio.” Helena González, detallándo la
fotografía a colores y estableciéndo comparaciones afirma: “El
señor Pedro igual a Fernando” en clara referencia a su
descendiente Fernando Ocanto Márquina. Y Clarisa Alviani remata
escribiéndo: “Yo lo conoci”. En lo que coincidimos muchos
hombres y mujeres, para la época adultos unos adolescentes y niños
otros, que detallamos la figura imponente y con mucho de carácter
amable, apacible y gentil del mencionado comerciante que nombramos,
sin ningún tipo de complejo: Pedrocanto.
Sin duda, que ya podemos hacernos
una idea imaginaria de los hechos donde Pedro Agustín Ocanto,
despuntaba como comerciante próspero y talentoso, honesto y
disciplinado que al decir de su hija Alba Josefina Ocanto de Rivas,
docente jubilada, quien nos comentó intimidades de su padre,
agregando: “se inició como tal, en el año 1946, cuando ya contaba
con 18 años, con una pulpería ubicada en la propia Avenida Bolívar,
donde funcionó Banfoandes, más tarde Cadela y hoy una venta de
repuestos, allí vendía de todo, al detal: harina de trigo, azúcar,
arroz, panela, pan, café, kerosene, maíz y otros artículos”.
Representó este esfuerzo, el inicio triunfal de su obra al servicio
de la gente. Veamos que otros testimonios agregan los timoteros
protagonistas de esa época, quienen evocan en cada frase los
momentos interesantes de nuestro pasado local.
Regal Ocanto, timotero insigne,
desde su sitio de residencia, escribió: “El primer negocio de
Pedro Agustin Ocanto estaba frente a la pulperia del señor Viviano
Franco, en la parte de arriba de donde despues hizo el supermercado.
Esa bodeguita estaba exactamente en el local de las Niñas Las
Uzcategui, madres de crianza de Ramon "Pinocho" el padre de
Mayela (Quintero). En toda la entrada tenia el pipote del gas
(kerosene) donde uno mismo se despachaba la garrafa que costaba un
real. Pedro Agustin, una vez al año cerraba su negocio por unos tres
dias porque estaba haciendo inventario (lo hacia casi siempre con su
hermano el cabezon) y, una vez verificados los resultados (la
ganancia del negocio) se echaba sus tragos y comenzaba a hacer
visitas a la gente de su confianza y estima, entre ellas, a mi
familia en la (Avenida) Guaicaipuro”. Elio Franco, le expresa desde
Valera: “Esa si, si es la verdadera historia de Don Pedro y su
negocio, primo”. Justo aparece la palabra sabia y conocedora de
detalles existenciales del buen amigo Ramón “Curita” Ramírez,
siempre presente, en los siguientes términos y para deleite de los
seguidores: “Allí en Abastos Los Timotíes, durante muchos años
yo, llevaba para la consignación y venta, todos los días, de lunes
a domingo, CUARENTA AREPAS DE MAIZ CHIQUITO, si, cuarenta, a locha
cada una; en la tarde iba a buscar el producto de la venta, que
deberían ser Cinco Bolívares, pero la comisión, justa e irrisoria,
era del diez por ciento, en consecuencia se me entregaba Cuatro
Bolívares con un real... Y efectivamente, (ese negocio) estaba en la
esquina de la casa de la Niña Débora y la Niña Esther (ambas
Uzcátegui), quienes criaron a Don Libio Ramón Quintero, esposo de
Doña Ada Acosta de Quintero. El Abasto era el mas surtido que
existía en Timotes y el mas aseado y ordenado también,
posteriormente, se mudó para el frente del negocio de Don Tello, y
diagonal a la casa de Don Leonidas Simancas, tenía clientes muy
particulares: Don Román Riacho, (del Potrerito), quien todas las
tardes junto con el señor Ventura se tomaban una (botella) de
Brandy, también acudían Don Ivan Golob, Joaquin (Dorlach, el
alemán) el de Mijará, allí encontrabas: manzanas, peras, jamón
serrano, variedades de encurtidos importados, licores de todas las
marcas, y el primer dependiente fue Alí Rivas”. Así, Jesús
Franco, siempre atento a los comentarios de su cuenta, agrega con
conocimiento de causa: “Atendiendo a tu comentario Ramón, recuerdo
que las cuentas de las arepas se llevaban en el reverso del plato en
el que el Sr., anotaba la cantidad de arepas que llevaban en la
mañana de cada día para luego hacer una sola cuenta”. Regresando
con su detallado comentario Ramón “Curita” Ramírez, quien
afirma: “Jesús, Dios cuide y bendiga tu memoria, muy cierto, en el
dorso del plato, (por cierto de peltre), Y CON LÁPIZ DE GRAFITO, o
bien el senor Pedro Ocanto, o bien “Toño el Cabezón”, que, así
se le conocia, apuntaban la cantidad de arepas, por cierto, LAS DE
CHEPA, SIEMPRE ERAN CUARENTA, después venían las de Isabel
Zulbarán, luego las de Sinforosa (Ramírez de Briceño), la mamá de
Toquina, después las de la señora Mery, la esposa de Celedonio,
también las de Veneda (Villarreal), la mamá de Aquiles (Quiliche),
Oswaldo, Cecilia, Enrique (El Negro Enrique), Curupo, e hija de
Filomenita. Tampoco se me olvida que la esposa de Froilán Alarcón,
madre de Patrocinio, también hacía arepas y se expendian en Abastos
Los Timotíes, por cierto que llamaba la atención, puesto que fue el
primer aviso de NEON, que se instaló en Timotes”. Con acierto en
las informaciones que me entregara, con deferencia, Alba Ocanto, se
precisa: “Para el año 1959, compró la casa que funcionaba como
pensión, a la señora Faustina Arellano de Ramírez en la misma
Avenida Bolívar. Con esfuerzo, continuó trabajando para convertir
la pulpería en un abasto que le colocó como nombre Abasto Los
Timotíes, donde colocó un aviso de luces”. Que cómo bien
recuerda Ramón “Curita” Ramírez, representaba el primer local
comercial o negocio que instalaba un aviso de tal magnitud,
entiéndase de neón, donde sobresalían los colores verde, rojo,y
azul como muy bien lo recuerdo, por tal motivo, se dice que al
momento del pago de impuestos a la municipalidad pues no estaba
contemplado qué monto de impuesto cobrarle a ese tipo de publicidad
comercial, por lo cual se planteó la necesidad de modificar la
Ordenanza Municipal de actividades comerciales y adaptarse a los
nuevos tiempos, justo en aquella época de los años sesenta.
A estas alturas de la crónica,
vuelve Jesús Franco, con lo siguiente: “Lo que no recuerdo, ya que
me haces retroceder con un amor increíble, si las arepas de la Sra.
Asunta se expendían sólo en la bodega de Don Pedro Nolasco (Rivas),
que dicho sea de paso, vendía una crema de leche que tenía en una
olla de dimensiones gigantescas para mi edad en ese entonces ...
Dios, qué tiempos”. Y aparece Iván Rivera, afirmándo: “Antonio
Vasquez, “Tuntun” trabajó primero que Ali Rivas con Pedro
Ocanto.” Ramón “Curita” Ramírez, con autoridad escribe:
“Ivan, en esta ocasión te llevo la contraria, pero de verdad no SE
NI RECUERDO QUIEN ERA ANTONIO VÁSQUEZ, y creo que tengo unos años
más que tu, a todo evento, leemos aclaratorias.” Rematándo: “Me
estoy refiriendo entre los años 1950 hasta 1966.” A lo que Alice
Parra, responde: “como me encanta leèr tantas historias que tienen
para contar que linda la historia de los personajes de mi lindo
pueblo”. Luego aparece, José Filadelfo Araujo, dejando sus
palabras: “Don Pedro Ocanto, casi nada, el mejor Abasto de Timotes,
Casado con Sofia Marquina, nuestra querida Prima Hermana, de trato
sincero, buen ser humano. Que Dios lo tenga en la Gloria, nuestros
mejores recuerdos, con mi familia, lugar preferido, entrabamos a la
casa por el negocio, siempre nos recibía con agrado, Compadres de
mis Padres, Leopoldo y Carlina”. Vuelve, Iván Rivera, con su
pregunta a Ramón “Curita” Ramírez: “Ramón te recuerdas de
“Tuntun” trabajó con Pedro Canto”. Aunque ya Ramón había
respondido, la inquietud de Iván Rivera gravita en nuestros
recuerdos buscando clarificarse.
Sin ninguna duda, coincidimos con
nuestra colega Alba Ocanto, en sus descripciones sobre el emblemático
negocio de su padre, del cual continúa diciéndo: “Fue el primer
abasto en el pueblo, donde siguió vendiendo víveres y pudo tener
licencia de licores para vender bebidas alcohólicas. Luego obtuvo el
permiso de sanidad para vender carne, charcutería y también vendía
quincallería. Hizo de la pulpería un gran abasto donde concurría
mucha gente. Fue un gran comerciante que le trajo al pueblo progreso.
En ese tiempo, Pedro Ocanto, ya pudo dar empleo a los jóvenes del
pueblo como a Carlos Rojas “La Coca” quien repartía los pedidos
en bicicleta que tenía el abasto, allí también se inició como
comerciante Alí de la Cruz Rivas”. Y en recuerdo de sus aportes a
la sociedad timotense de aquella época, luego de cumplir casi
treinta años como comerciante, predicando con su ejemplo de
laboriosidad, disciplina y honestidad, sacando su familia adelante,
podemos plasmar un pequeño aporte en los siguientes términos:
revisando comentarios y esculcando las vivencias mas puras de mi
infancia timotense, les cuento que viviamos muy cerca, apenas dos
cuadras separaban al Abasto Los Timotíes y la Casona de Los
Espinoza. Mi madre, siempre emprendedora nos mandaba a comprar
algunos requerimientos o víveres para preparar sus granjerías o el
alimento diario. No recuerdo el primer negocio, pero si desde los
años 1970 cuando muy niño aún, acudía a hacer los mandados. Había
de todo y para todos, era el primer abasto al estilo de las ciudades
modernas, con carritos de metal para cargar los “corotos”, con
estantería que contenía los productos que el cliente tomaba sin
problemas, al fondo las grandes neveras donde se mostraba, en
artístico decorado de Alí Rivas, las diversas carnes y charcutería
para los clientes. A medio local, y justo a mano derecha, siempre
llamó mi atención una bicicleta negra, número 28, grande de
reparto, donde podiamos leer sus letras blancas: Abasto Los Timotes,
dirección y teléfono. Esta bicicleta tenía como misión, bajo la
conducción de Carlos “La Coca” Rojas inicialmente, Alí de La
Cruz Rivas, y el popular Oso después, llevar a domicilio los
nutridos mercados de viveres y demás, siempre ordenados en cajas de
huevos, a las casas de los diversos clientes del Timotes de entonces.
Inolvidable, los caramelos de miel que recibiamos como “Ñapa”
luego de cancelar y recibir la bolsa de “corotos”. Y para el día
de Las Madres, allí se exhibían con artístico orden y envoltura,
los diversos regalos en loza o vidrio que el cliente deseara para
obsequiar a su progenitora. Nunca percibimos lo del reparto de tragos
a clientes, porque cada vez que podiamos, buscabamos con la alegría
del granuja, la nevera repleta de los helados efe para correr alegres
a saborearlo luego de pagar su costo a Don Pedro o a sus cajeros de
turno. Ya más tarde, destaco el respeto y su carácer amable por los
clientes y por ofrecer servicios de calidad, cuando adolescente
acompañaba a Manolo Martínez, el español, quien encargaba y
compraba de las mejores piezas de carnes para ofrecerlas en los
diversos platos de su restaurante “El Mesón del Rio” de Agua
Blanca, donde ejercí mi primer empleo como mesonero. Creo que este
negocio se convirtió en el mas grande, variado y concurrido de
Timotes, porque Don Marcial Rivas y Don “Chono” Ramírez, en la
entrada a Timotes, por el Norte, pués tenían su propia clientela
que acudía de los diversos campos y vecindarios, y sus ventas al por
mayor no tenían rivalidad ni competencia por los precios. Incluso es
inolvidable, que justo al frente del Abasto Los Timotíes, en
aquellos años setenta, instalaron otro supermecado, llamado
supermercado “Chuma” que a pesar de los esfuerzos no pudo
competir con el de Pedro Ocanto, que siempre lució próspero y
concurrido. Alba Ocanto, finalmente nostálgica nos dice: “Siguió
trabajando con el abasto hasta que falleció (tempranamente) un 12 de
junio de 1975, cuando apenas contaba con 47 años.” Finalizamos
tributando: honor y gloria a Pedro Agustín Ocanto y a todos quienes
hicieron del Abasto Los Timotíes, un espacio comercial histórico
para nuestras evocaciones.
ESQUINAS DE TIMOTES Y LA ANECDOTA
DE “PENDEJO NIÑO”
En
esta genuina conversación, surgieron otras informaciones sobre las
esquinas de Timotes y cómo le llamaban los paisanos de la época,
igualmente la famosa Anécdota de “Pendejo Niño”, por lo cual es
interesante plasmar algunas de las cosas comentadas y otras de mi
propia investigación histórica. Comienza José Filadelfo
Araujo, señalando: “A proposito, Regal Ocanto o Ramon Ramirez,
cuando se hizo un recuento de las calles del Pueblo, la calle era de
Pedro Ocanto a Pendejo Nino. Je. Saben por qué?” Responde Regal
Ocanto: “Ja ja ja, una anécdota muy graciosa Fila, de la niña
Mélida (Briceño), la hermana de la niña Egilda o Gilda”, es
decir, la reputada Señorita Enilda, quien fue una muy estricta
Maestra de Escuela particular que educó generaciones de Timotenses,
a punta de disciplina, palmetazos y pedagogía. Atento “Ramón
“Curita” Ramírez, agrega sonriente: “La historia de Pendejo
Niño, o mejor dicho ésta frase, se le atribuye a la Señorita
Enilda Briceño, quien era maestra en un aula que funcionaba en la
casa del señor Manuel Volcanes, esposo de Oliva Villamizar y padres
de José Omar Volcanes, al lado de la Pensión “Brisas de Timotes”,
de la señora FRANCISCA. Resulta que alguien obsequió un niño Jesús
para el pesebre que se hacía en la Plaza Páez, (hoy Plaza Miranda),
y como ese niño, era TAN GRANDE, cuando la Señorita Enilda lo vió,
exclamó con aquella ronca y sonora voz: "PENDEJO NIÑO",
de allí en adelante se le conoció como PENDEJO NIÑO.” Sigue Elio
Franco con su comentario: “Ramon Ramirez, hola Ramon, mis respetos
y admiracion a tu privilegiada memoria pero ahí te corrijo la dueña
de esa frase fue la hermana de la Señorita Enilda, Melida (porque)
ella era mas extrovertida.” Regal Ocanto, azaroso publica su
comentario, diciéndo: “Efectivamente, primo, quien dijo esa frase
de !pendejo niño! fue la señorita Melida, y ese niño grandote
estaba en la Pensión “Brisas de Timotes”, porque una vez
fallecidas las hermanas de la señora Francisca, ella se trajo el
niño grandote que estaba en el pesebre de Los Jardines, allá en
Pueblo Rosado y lo siguió manteniéndo en su pesebre. La señorita
Enilda o Nilda, tenía una voz muy fuerte y gruesa y la llamaban "El
Latigo Negro" porque siempre se ponía un romantón de ese color
y, en alusion a alguna película mejicana, los jodedores (que en
Timotes abundan) la bautizaron asi. Y comentario para Fila (o
Filadelfo Araujo), el recuento de las calles, cuando decian de Pedro
Ocanto a Pendejo Niño era, precisamente, del negocio de Pedro
(Ocanto) a la esquina donde vivía la señorita Melida y su hermana;
asi mismo estaban las esquinas de Chemiguel a Trincabolas, o sea,
donde esta la panaderia Los Frailejones”. José Filadelfo Araujo,
vuelve a participar escribiéndo: “que memoria prodigiosa, La Srta
Enilda, mi Maestra en la Escuela de Plaza Miranda,a ella se le debe,
lo de Pendejo Niño.... Sería bueno recordar las calles... Otra creo
que era de Pepe Marquina a el Negro Abraham”. Jesús Oraides
Franco, muy atento, señala lo siguiente: “Por estas anécdotas, me
parece bastante agradable y curiosa la posibilidad de retomar esa
manera de identificar las esquinas de nuestro pueblo para hacerlo más
atractivo. Por ejemplo, el negocio de mi familia está ubicado entre
la esquina de Pedrocanto (esa era la expresión) y la esquina del
correo, porque es lo más inmediato en el tiempo que recuerdo.” Y
termina reforzándo, con las siguientes frases: “En conversa con mi
mamá (Rosita Santiago), ella me comenta que quizá esto surgió a
partir de la venta de un periódico, salido de las entrañas
timotenses, si ella no se equivoca, llamado El Vespertino, del que
recuerda que estaban dentro de la directiva, Ramón Diaz, entre
otros. Me habla de la esquina de ¨Pepe "Faja" al Negro
Abraham como lo menciona Filadelfo más arriba. Asi mismo, de La
Esquina de Estudiante a Carcajada”. Vuelve la palabra acertada de
Ramón “Curita” Ramírez, explicando: “Si mi memoria no me
falla, la esquina más próxima del negocio de ustedes (en clara
referencia al cafetín Variedades Timotes de Jesús Franco) era lo
que muchos llamamos "El Palomar de Nieto", por cierto, que
viendo la fotografía que usted tuvo a bien ilustrar ya para la época
en que se tomó la foto esa casa existía. De las esquinas poco
conozco, salí de Timotes en el año 1966”. Pero José Filadelfo
Araujo, si recuerda cosas y agrega: “Que tal la esquina de
Victorino a Maria Cándida. Otra de Yuyo a Juan Osuna hacia la
Guacaipuro”. Mientras Regal Ocanto, escribe: “Ramon, a esa casa
despues la bautizaron como "el palomar de las Pereira", en
alusion a las maestras Perez (hermanas de Rito) que llegaron a vivir
alli. Antes era por el profesor Estromiro Nieto que tambien llego a
vivir en el palomar. Saludos”. Sin duda que muy prodigiosos,
variados e ilustrativos los comentarios de mis paisanos, a lo que
podemos agregar que la anécdota de Pendejo Niño, sobrevivió al
paso del tiempo, y llegó a nosotros en los siguientes términos,
porque si bien es verdad lo que expresan nuestros paisanos, ninguno
se atrevió a mencionar la causa que originó tan acertado
sobrenombre. De la historia popular recogimos lo siguiente que es
parte de la información de mi libro inédito “Desde mi Casa a la
Plaza y otros Relatos de Timotes” y dice: “Estaban
cumpliendo con el ritual de la Paradura del Niño Jesús en Casa de
Doña Cualquiera y el Padrino Mayor era el popular Pepe, quien
siempre se la pasaba jugando bromas a la gente. Al Momento de
inclinarse a Adorar la Señorita Emilba, reconocida por su carácter
y rectitud, el consabido se bajó el cierre del pantalón y se sacó
su miembro, exponiéndolo libremente a la vista de la señorita,
quien con su vestimenta impedía que alguien más se percatara del
atrevimiento, mientras los versos iban y venían con solemnidad.
Haciendo un gesto de sorpresa, la señorita Emilba se acomodó sus
lentejuelos, adoró con devoción al Santo Niño y alcanzó a
exclamar persignándose, con asombro y voz muy ronca: Pendejo Niño!”.
En
el mismo libro inédito, por su gran significación para nuestra
historia pasada, tenemos lo referente a las esquinas de Timotes, y
los presentamos de la siguiente manera: “El
Timotes Popular y folclórico, lo encontramos en cuatro números del
Periódico “El Sabatino” (Números 6, 7, 8 y 9), el cual circuló
bajo la responsabilidad de José María Heredia, allá por la década
de 1.970. Esta popularidad y folclorismo local, causaba alegría y
motivos para conversaciones entre paisanos. En las páginas del
periódico ... están los nombres de las Esquinas populares de
Timotes, algunos referidos en esta conversación entre Timoteros,
casi que emulando algunas de las esquinas más famosas y populares de
la historia de Caracas, nuestro pueblo también tiene sus esquinas
que hacían referencia a algún personaje popular de aquella época.
Así las Esquinas, las anécdotas y la Popularidad Timotense son
parte de nuestra bella y sentida historia popular, la cual ofrecemos
para todos, extraídas directamente de las páginas del periódico
“El Sabatino”. Veamos: ESQUINAS
POPULARES DE TIMOTES De
Mandoca a Pendejo Niño. De Pendejo Niño a Cabezón. De Cabezón a
Trinca Bolas. De Trinca Bolas a Cheminga. De Cheminga a Lapa. De Lapa
a Torito. De Torito a Pirulato. De Pirulato a Nacho Barriga. De Nacho
Barriga a Mercado. De Mercado a Crujudas. De Crujudas a Pichón de
Cura. De Pichón de Cura a San Fernando. De San Fernando a Morocota.
De Morocota a Cabezón. (El Sabatino, N° 8, Timotes, 4 de abril de
1.970, Pág. 3) ESQUINAS
POPULARES DE TIMOTES
De
Trinca Bolas a Carcajada. De Carcajada a Estudiante. De Estudiante a
Trapichito. De Trapichito a Latonero. De Latonero a Viscaya. De
Viscaya a Tornillo. De Tornillo a Chonito. De Chonito a Miralejos. De
Miralejos a 7 Milpas. De 7 Milpas a Bigotes de Brocha. De Bigotes de
Brocha a Trompa e´Puerco. De Trompa e´Puerco a Astronauta. De
Astronauta a Cabezón. (El Sabatino, N° 8, Timotes, 4 de abril de
1.970, Pág. 7)
Timotes
(La Gaviota), enero de 2019. Original:
Jesús María “Chuma” Espinoza Marín
viernes, 14 de diciembre de 2018
399 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE TIMOTES
CRONICARIO
CULTURAL TIMOTENSE
399
AÑOS DE LA FUNDACION DE TIMOTES
Y
DIA DE SANTA LUCIA
Por:
Jesús María “Chuma” Espinoza Marín
Nuestro gentilicio
timotense, está de plácemes por dos motivos fundamentales: la
histórica Fundación de la Ciudad de Timotes y la Exhaltación del
Culto a Santa Lucía, Mártir de Siracusa, por lo que con
responsabilidad y sentido histórico, entregamos esta nota histórica
para deleite y conocimiento de todos en el marco del 399 Aniversario
de tan histórica fundación.
Comenzamos
señalando que establecidos los Timotes en el valle de MUCURUJUN y
sus dominios inmediatos, resulta interesante describir sus
principales aspectos culturales para establecer la relación
histórica:
En
el frondoso Valle de Los Timotes, estaba el sitio antiguo de
Mucurujún, paraje que sirvió de asiento a las principales
parcialidades o familias de estirpe Timotes. Figuraron entre los
ocupantes iniciales del Valle, las parcialidades de Mucuxamán y los
propiamente dichos Timotes, descendientes de Stimots y Xamán.
Además, Mucurujún simbolizó un importante centro socio-cultural
para otras parcialidades vecinas como: Quindorá, Chiquimpú,
Mucuguá, Mucumbás, Chijós, Muarcé o Mucusé, Chicuá, Mucuyupú y
otras pequeñas agrupaciones dispersas en las montañas andino
timotenses que reunidas conformaron la gran familia de los Timotíes.
A pesar de la variedad en los nombres de cada agrupación, todos
hablaban la lengua Timotes.
Aquí
en este Valle prodigioso, al cobijo de páramos y montañas, en esta
tierra de nevadas y vientos fríos, vivieron más de quinientos
naturales (500 contados para el período de contacto). La base
económica de estos grupos culturales fue la agricultura. Su
alimentación se basó en el cultivo de algunas variedades agrícolas
y en la recolección ocasional de tubérculos (papas) silvestres. Fue
el maíz su alimento básico, utilizado en la elaboración de arepas
y chicha (bebida), principalmente. Fueron productos complementarios
para su dieta: yuca, apio, papa y zapayo. Su alimentación contó con
el consumo, en pequeñas cantidades, de carnes de animales, como:
lapas y venados; y aves como: pavas, tórtolas y otras. Además,
utilizaban el fique y el algodón. En el trabajo agrícola se
destacaron por la construcción de andenes o catafós. De la misma
manera construyeron Acequias para llevar agua desde lejanas nacientes
hasta los sembradíos. También construyeron depósitos o silos
subterráneos destinados al almacenamiento de productos agrícolas
sobrantes, por lo general: maíz o papa. Estos fueron construidos en
diversas formas, y semejaban cuevas en lo más alto de las montañas.
Nuestros
antiguos pobladores, en el aspecto religioso fueron politeístas:
adoraban varios Dioses. Rendíanle culto al Dios Arco y Arca, a
quienes consideraban los Padres fundadores de la Civilización
Indígena. Igualmente adoraban: montañas, ríos, lagunas y
picachos, así como al sol a quien nombraban Zuhé, a la luna a quien
llamaban la pálida Chía y a las estrellas. Además de venerar
figurillas de arcilla o barro cocido, idolillos de piedra labrada, de
distintos tamaños y formas que representaban a humanos, animales y
seres extraños. Creían en un Ser Supremo nombrado Ches y tenían
sus propios sacerdotes conocidos como Piaches o Mohanes, quienes en
solemnes rituales se comunicaban con sus Dioses y transmitían a su
pueblo diversidad de situaciones y hasta algunas predicciones.
Aquí
vivían, dispersos en jurisdicción del Timotes actual, exhibiendo
sus vergüenzas algunos, otros cubriendo sus cuerpos con
rudimentarias mantas de algodón que confeccionaban para su
protección. Los bohíos sus residencias, eran construidos con caña
brava o carruzo armado y sujetada curiosamente por bejucos, cubiertos
con barro mezclado con paja, y un techo abundante de pajas
silvestres, para evitar las inclemencias del sol, la lluvia y el
viento. Dichos bohíos divisábanse dispersos en el majestuoso Valle
del Motatán y sus alrededores prodigiosos. Cada parcialidad Timotes
tenía su propio jefe, por lo general, el más anciano del grupo
familiar o el más destacado entre los guerreros. Durante años, con
esa particular forma de vida, dominaron los parajes adyacentes del
Valle de Timotes, incluyendo el propio sitio de Mucurujun. Yacen sus
Huellas dispersas y escondidas en estas tierras prodigiosas.
SANTA
LUCIA DEL MUCURUJUN
La
Iglesia de Santa Lucía en el Valle de Los Timotes, es tan
antigua como la vida misma del poblado. Las primeras incursiones
de los Religiosos Europeos o Misioneros datan, según registros
históricos, del año 1.600 y correspondió aquella labor
evangelizadora a los Presbíteros Curas Doctrineros: Gabriel López,
Fabián García de La Parra y Diego de Trejo Cordero, quienes al
correr del tiempo emprendieron la construcción de una pequeña
Capilla de Paja bajo la advocación de Santa Lucía, justo en el
centro del Valle de los Timotes. Estos Misiones introdujeron el culto
a la Santa Mártir Santa Lucía, ya que trajeron una imagen en
retablo, la cual marcó el inicio de la devoción y culto mariano a
Santa Lucía. Dicha capillita a la postre se convirtió en la
génesis del templo de Santa Lucía, gracias a las diversas
diligencias y trabajos de varios religiosos que tuvieron a su cargo
la nueva parroquia.
Es
así como podemos establecer la relación histórica que implicó la
evolución de Capilla de Paja a Basílica Menor de Santa Lucía.
Veamos los datos históricos: allá por el año 1.619, se concretó
la Visita del Licenciado Alonso Vásquez de Cisneros, Real
Funcionario Español, quien ordenó levantar sobre la capilla inicial
“Una capilla con paredes de tierra pisada y techo de paja”, a
construirse precisamente en el sitio mas céntrico del Valle de
Mucurujún. Esto con el propósito exclusivo de intentar la reunión
de los naturales Timotes para continuar con el proceso
evangelizador de las principales familias indígenas dispersas en
los sitios cercanos de Mucumbás, Muarcé, Mucuxamán, Chicuá,
Mucuyupú, Quindorá, Chiquimpú, Chijós, Mucuguá y otras.
Al
transcurrir de los años, la histórica capilla comenzó a
experimentar una serie de transformaciones que la mostraron, en
diversas épocas, como un gran centro espiritual de renombre en
jurisdicción del Timotes legendario. Es así como a finales del
período independentista figuró como “iglesia con pequeña torre
en lo que fue la Villa de Timotes”. Dicha torre de pequeña altura
se levantaba a la margen izquierda del sagrado recinto, justamente
frente a la histórica Plaza Mayor”. Los Gobiernos republicanos,
instalados desde el año 1.830, concedieron ciertas ayudas al
gobierno parroquial timotense con el objeto de mejorar
significativamente las instalaciones de dicha iglesia.
En
el año 1619, se llevó a efecto la Primera Visita Real a cargo del
Licenciado Alonso Vásquez de Cisneros, del Consejo de su Majestad,
Oidor de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada, Visitador
General de las Provincias de Mérida, Pamplona y Tunja, cuya
finalidad exclusiva era velar por la administración eficaz de los
representantes Reales, inspeccionar y establecer las condiciones de
vida de la población aborigen y fijar el tipo de tributo a los
naturales, todo ello gracias a las visitas particulares hechas y de
acuerdo a las informaciones secretas, mejor conocidas como Pesquisas
Secretas, escuchadas con atención por el Visitador. Fue así como
Alonso Vásquez de Cisneros, se estableció en La Mesa de las
Mucuguá, Encomienda de Lorenzo Cerrada, consiguiendo que las
parcialidades Timotes permanecían “dispersas en sus sitios
originales, sin organización efectiva, ni doctrina continua”, por
lo cual el día 11 de septiembre de 1619, dictó en La Mesa de
Mucuguá, el AUTO de población y resguardo de Timotes.
El
Licenciado Alonso Vásquez de Cisneros, reiteramos que dictó el AUTO
de Población desde la Mesa de los Mucuguá (actual Mesa Cerrada),
ordenando la formación del poblado en el sitio de Mucurujún,
contrario a como lo afirman algunas personas que confunden dicha
apreciación alegando que Timotes fue primeramente fundado en Mesa
Cerrada.
Para
darle cumplimiento al AUTO de población, Alonso Vásquez de Cisneros
encargó al Juez Corregidor de Naturales Francisco Camelo (sic),
quien en su condición de civil y no religioso, llevaría a cabo el
cumplimiento del AUTO de Población en un lapso de treinta días.
Aunque Francisco Camelo, después de vencer algunas dificultades,
llevó a cabo la formación del pueblo, al estilo español, en un
lapso de noventa días, reuniendo en el sitio antiguo de Mucurujún,
en las propias orillas del Río Motatán, en fecha 13 de diciembre de
1619, las agrupaciones de aborígenes Quindorá, Mucuxamán,
Chiquimpú, Mucuguá, Mucumbás y Timotes, bajo el nombre: Pueblo de
Indios de Mucurujún en el Valle de los Timotes. La población
aborigen reunida, en total, sumó algo más de quinientas almas entre
grandes y pequeños. Formábase el legendario pueblo de indios y
comenzaron a llevarse los primeros libros eclesiásticos a encargo
del presbítero Licenciado Fabián García de La Parra, nacido en
España entre 1581 y 1583, designado Cura doctrinero del Valle de
Timotes, Cura de Chachopo y Timotes, igualmente descendiente del
conquistador Gonzalo García de La Parra. De hecho existen
informaciones donde se precisa que el Primer Libro de Bautismo o
baptismo como ellos mismos le denominaban, comenzó a llevarse el 02
de agosto de 1615, y estaba firmado por el Padre Fabián García de
la Parra y fue cerrado el 14 de agosto de 1655.
Desde
ese momento se habla de “Fundación de Timotes”, aunque nosotros
utilizamos los términos Formación del pueblo al estilo español.
Así el nuevo pueblo concebido por los españoles, se va
estructurando sucesivamente: se construyó la nueva capilla, se trazo
el cuadrado de la Plaza Pública, casas y demás edificaciones, se
consolidaron los barrios de aborígenes, se construyeron puentes de
madera sobre el Río Motatán y algunas quebradas para garantizar el
desplazamiento a las antiguas labranzas y asentamientos indígenas.
Igualmente se llevó a cabo la demarcación de los Resguardos
Indígenas o tierras útiles para los naturales Timotes. Se
implementaron nuevos cultivos, iniciándose la construcción de
Molinos, en fin, comenzó una nueva vida para nuestros grupos
Timotes, infiltrándose a su vez infinidad de señales culturales que
aún hablan de la existencia de la estirpe Timotíe.
A
partir de 1619, es inminente la consolidación del nuevo sistema de
vida en el Valle de los Timotes. Hasta la propia población aborigen
fue desapareciendo, por lo cual destacamos que de los 510 naturales
que consiguió Alonso Vásquez de Cisneros en la visita realizada,
entre 1619-1620, al correr de los años bajó a 207 naturales, según
patrones levantados durante la Visita Real de Don Diego de Baños y
Sotomayor en 1657, y aún más: para 1761, el Dr. Basilio Vicente de
Oviedo informa la existencia de tan solo 150 naturales Timotes, en el
Curato del mismo nombre. (15) Por lo cual, finalmente se deduce la
desaparición casi total, a posteriori, de la estirpe Timotíe,
aunque muchos andinos mantiene rasgos físicos que delatan
orgullosamente su descendencia aborigen Timotes.
Por
estas razones, es interesante destacar tanto la histórica Fundación
de Timotes como la exhaltación del culto a Santa Lucía entre los
naturales timotes, de lo cual existe las palabras pronunciadas por el
Misionero Fabían García de la Parra, en lengua indígena, y que se
convirtieron en históricas por su contenmido, veamos: “El Señor
quiere reunirlos en un pueblo, asentados como están los españoles
para que vivan en cristiana paz y sean doctrinados, para que no
anden sueltos y derramados en montes ni partes ocultas donde tengan
ocasión de idolatrar y usar otros vicios no cristianos, esto para
que mejor puedan asimilar la doctrina de Jesús y sean curados de sus
enfermedades y favosrescidos por el Cura doctrinero en vida y al
tiempo de su muerte con el consueñlo espiritual y admin istración
de los santos sacramentos que es lo que mas importa para vuestra
salvación y para que todo esto se consiga conviene que todos los
yndios estén reunidos y agregados, bajo la protección de la
Santísima Virgen: Santa Lucía, para que sean iglesia de Cristo. La
palabra de Dios debe llegar con toda comodidad, alivio y sin molestia
a yndios e yndias viejos e impedidos y a las cristuras e yndias
preñadas, quienes no han venido desde sus sitios de origen a la
doctrina por no poder atravesar quebradas o por impedimentos de
salud”
Misionero
Fabían García de la Parra, palabras dirigidas a los Indígenas
Timotes, pronunciadas en lengua Timotes, un 13 de diciembre de 1619.
sábado, 4 de junio de 2016
CONVERSACIONES ENTRE TIMOTEROS:
LAS AREPAS DE HORNO Y OTRAS GRANJERIAS
Por: Jesús María “Chuma” Espinoza Marín
Filadelfo Araujo, paisano Timotense, a través de su cuenta en Facebook denominada “La Ruta del Páramo”, nos obsequia desde la Mérida Serrana, diciendo: “Para mis coterráneos, les envió, estás arepitas de horno”. Y la gráfica, nos llena de antojo porque se ven apetitosas, doraditas, crujientes y curiosamente distribuidas en un recipiente sobre las hornillas, sumando más de una docena que esperan por los comensales. Como para despertar más nuestra ansiedad, insiste: “vamos a ver si Regal Ocanto o Ramón Ramírez (también coterráneos), recuerdan, dónde las preparaban”. Prosigue, un tanto descriptivo, Fila: “Mi tía, Victoria Parra y mi Aya, Domitila Paredes, hacían unas geniales. También mi tía Angelina Marquina y Margarita Lobo, las preparaban tan buenas que no necesitaban pasajeros” como “diría Iván Rivera”.
Desde mi aposento en Timotes, añorando la creatividad y los sabores percibidos y degustados, una y otra vez, en nuestras tardes familiares, expreso: “Extraordinarias y exquisitamente inolvidables las de la Abuela Margarita”. A la conversación, se suma otro paisano, Regal Ocanto, quien sentencia: “las arepas de horno que recuerdo eran unas con bastante queso que vendía Ramón, el esposo de Angelina” (Montilla) “en Plaza Páez” hoy nuestra Plaza Miranda. Prosigue nostálgico: “De la abuela Margarita me acuerdo de las mantecadas y los bizcochuelos (infaltables en las paraduras). Otra que también hacía arepas de horno era mi prima Juana Ocanto”. Mientras los recuerdos aparecen uno a uno, Filadelfo ofrece testimonios: “como anécdota, recuerdo, que nos peleábamos (suponemos que en su casa) por las arepas de la Señora Margarita Lobo, la abuela de Chuma”. A la conversación se une Rómulo Balmore Montilla, quien expresa: “las mejores arepas de horno, por muchísimos años, fueron las de la señora Margarita, igual que los pastelitos de carne y queso”. Sin esperar mas segundos, se reporta desde la Ciudad de las Siete Colinas Iván Rivera y señala: “la Señora Flora, vía al Cementerio (de Timotes) las hacía muy buenas” y agrega también nostálgico José Antonio Picón Briceño, a quien Isbelia aprecia y menciona contantemente en conversaciones familiares, lo siguiente: “comparto con Regal (Ocanto) lo de las mantecadas y bizcochuelos de la Señora Margarita Lobo”, resaltando con mayúscula: “Exquisitas. A mi mamá, Doña Anita y a Tía Florinda, les encantaban”. Entre las emociones surgidas de sentimientos encontrados que evocan lo grato del momento, remata: “Cada vez que íbamos a Timotes visitábamos a Elena e Isbelia y llevábamos para Valera, cuando habían. Igual con las arepas de horno, las comíamos solas por lo bien preparadas. Qué tiempos aquellos!”. Al intercambio se suma una Dama Teresa Ramírez, quien amplía la variedad de la añoranza, escribiendo: “Arepas buenas de maíz chiquito y maíz pilao, las que preparaba mi Madre Josefita Ramírez”. Elio Franco también evocador, nos lleva con sus frases hacia lo sentimental, refiriendo: “Qué enriquecedor y maravilloso saber de todos ustedes, además cargados de lindos recuerdos que nos llevan a aquellos años en nuestro amado terruño” refiriéndose al Timotes legendario. Entrega su opinión afirmando: “las arepas de horno, mis preferidas, y también de los míos. Infaltables los bizcochuelos, así como las mantecadas que mi Mamá Ana (Anita Cádenas) de Franco encargaba donde la Señora Margarita, Abuelita de Chuma, para la paradura del Niño (Jesús) de mi casa”. Entre otros conversadores, se une con sus palabras Ramón Ramírez, afirmando: “… no duden que con nuestros humildes aportes, vale decir con lo poco (o mucho diríamos) que nos ayude nuestra agotada memoria, iremos suministrando un grano de arena, que aunado a la semántica que los honra, se escribirán grandes folios para la historia imperecedera. Muy cierto, Flora, la mamá de Dulce, y esposa del Señor Molina (también elaboradora de arepas de horno), casualmente el horno lo tenía a la vista de todo el que se conducía (o dejaba irse) por la vía hacia el grupo escolar. También la Señora María Cándida Santiago preparó mantecadas de gran calidad y a tres reales cada una”. Con la preocupación a flor de labios, Ramírez, concluye emocionado: “veo que han olvidado las exquisitas y únicas paledonias (también llamadas cucas o catalinas) elaboradas por la Señora Margarita Lobo, y las quesadillas y acemas que elaboraba la señora Florentina, Madre de Bernardino, Ramiro y René, entre otros. Además del pan criollo que elaboraba el Señor Sixto Santiago, el de la Calle Guaicaipuro (de Timotes), a medio cada uno”. Mientras Alice Parra nos antoja diciendo: “que ricas son con bastante queso”, les dejó está información que dice: “Recuerdo de niño, ya casi a finales de los sesenta y principio de los setenta, las cuentas de pan que sacaba un Señor Marcelo Cómbita en su pequeña Panadería de Plaza Miranda. Fue muy famoso su pan “Cachito” que repartía en una bicicleta de reparto, color negro. Por cierto una cuenta de pan implicaba 20 unidades. La panadería de Marcelo dio origen, posteriormente, a la Panadería La Criollita del popular Flaco Abel Lacruz”. De nuevo Elio Franco con sus palabras: “En esa década Jesús “Chuy” Franco abrió la bodega “Los Cuatro Vientos” y allí vendíamos el pan del Señor Marcelo Cómbita (que) tenía mucha demanda. También allí se vendían los mejores helados, preparados por Majín Franco y mi mamá, en variedad y sabores: moras de allí de la montaña, piña, coco y toddy, los más buscados, yo estaba pequeño pero ayudaba en la atención al cliente. Al lado estaba el botiquín de Don Manuel Villarreal y al frente (estaba) la Bodega del Señor Paulino Valero”. Por cierto, está bodega funcionó durante mucho tiempo como señala Elio y vale decir que estaba una cuadra abajo de Plaza Miranda, por la Avenida Bolívar, y un poquito más arriba de la casa natal de Filadelfo, en local propiedad de su mencionada Tía Angelina Marquina. La conversación la remata Regal Ocanto con lo siguiente: “eran famosos los panes de Las Uzcategui” refiriéndose a “las niñas Esther y Débora, porque murieron viejas pero niñas, (que ) estaban al lado de Pedro Ocanto (del Abasto Los Timotíes) en lo que es la casa de Mayela (Quintero), hija de Ramón “Pinocho” Quintero; el pan de Ernesto Vivas frente al Parque (infantil) de la Avenida Guaicaipuro, especialmente el pan blanco que era exquisito y a medio la unidad”.
Finalmente, paisanos conversadores: “Del horno de mi abuela”, otrora obra de arte nacida del ingenio de Crescencio Gutiérrez, quien lo armó en ladrillo y barro, salían apetitosas granjerías: pan criollo, paledonias o cucas, mantecadas de maíz, biscochuelo, acemas, cachito, arepas de horno y otras especialidades de la cocina criolla que inundaban, periódicamente, los mostradores y vitrinas de las pulperías más importantes del pueblo. Pero qué manos prodigiosas amasaban tan solicitadas apetencias? Simplemente era el trabajo de mi abuela Margarita, humilde mujer llegada desde la Piedra Gorda a principios del siglo XX, precisamente a casa de Doña Josefa Araujo, generosa dama que le brindó facilidades para estudiar las primeras letras, efectuar la Primera Comunión y aprender la elaboración de granjerías tradicionales.
La abuela Margarita, asimiló muy bien las enseñanzas de Doña Josefa y muy agradecida tuvo que partir de allí, buscó otros rumbos. El destino le deparó la vieja casona de los Espinoza, donde Don Chui, Padrino de todos, le brindó calor familiar.
Allí comenzó, desde que tenía 18 años, a amasar por cuenta propia, labores que realizó durante más de treinta años en el horno de la casa vieja. Sumemos otros diez años, sacando granjerías del horno nuevo, crisol que era calentado con chamiza traída en los hombros de Fabricio Parra, desde las montañas cercanas, recibiendo en pago: un cafecito, paledonias, pan y cinco reales que costaba el tercio de chamiza. Por cierto, era todo un acontecimiento divisar en los caminos de la montaña al cargador de chamiza y seguirlo con curiosidad hasta verlo aparecer por las calles.
Para concretar esas faenas productivas, nuestro personaje, utilizaba algunos instrumentos caseros, confeccionados por artesanos populares, entre los cuales se distinguían: una batea grande, la paleta de madera, varias ollas de barro y cucharas de palo que servían para batir los ingredientes.
Para la abuela Margarita, amasar era como rezar: todo un ritual maravilloso que permitía: ganarse el sustento honradamente, servirle a la comunidad, demostrando sus habilidades para cocinar y sin proponérselo, ganarse un sitial en la historia culinaria del poblado. La calidad de sus granjerías permitió que su fama se regara cual lluvia fresca por los pueblos y ciudades de la región, inclusive del centro del país, sitios donde llegaban bien envueltos los encargos para ser graciosamente servidos y degustados en la popular merienda de las tardes familiares.
Sus exquisitas apetencias fueron muy conocidas, y podríamos afirmar que casi todos los habitantes probaron algo de esa gama peculiar del horno de mi abuela, a tal punto que muchos añoramos hoy la sabrosura del pan, las mantecadas de maíz y las incomparables paledonias, elaboradas, tal vez, aplicando mágicos secretos que le garantizaban un sabor inigualable. Recuerdo que la gente esperaba paciente, en la casa vieja, el divino producto que degustaban los vecinos a distintas horas del día.
En aquella época, el precio de esos productos estaba al alcance de todos: pan a locha y a medio; mantecadas a medio (las pequeñas), a cuatro bolívares las grandes, que por lo general se hacían por encargo para repartirlas en las tradicionales Paraduras del Niño, escenificadas en el mes de enero; igual: paledonias a medio. Su pequeña producción oscilaba entre veinte y treinta cuentas de pan, amasaba cuatro días a la semana, reservando los días sábados para la elaboración de las ricas mantecadas de maíz. También elaboraba exquisitos dulces caseros, tabletas de coco y papelón, que endulzaban el paladar de la chiquillería.
Posteriormente, la abuela Margarita, se fue a la ciudad buscando mejor vida, dejando a los hijos de Timotes sin las preciadas granjerías. Muchas cosas han cambiado en este Valle, hoy existen empresas modernizadas con muy buena producción de esas granjerías antes caseras, aunque la sencilla viejita elaboró tabletas de coco, dulces y otras apetencias que endulzaron la vida de muchos caroreños. La abuela nunca tuvo ese espíritu empresarial que le sobró a otros paisanos, realidad que pudo permitirle crear su propia empresa, aunque si tuvo la dicha y satisfacción de haber enseñado a tantas personas los trucos de las granjerías típicas, de haber vendido sus granjerías a las principales familias de Timotes y el recuerdo imborrable de interesantes o hermosas páginas en la historia gastronómica del poblado.
La abuela Margarita dejó sus huellas apetitosas en este hermoso Paraíso, muchos ni siquiera la conocieron, otros como Filadelfo Araujo, Regal Ocanto, Ramón Ramírez, Teresa Ramírez, Elio Franco y quien susccribe, jamás nos olvidaremos de su figura anciana, cansada pero enamorada de la vida, siempre cordial, ocurrente y conversadora de historias pasadas. Recuerdo las distintas conversaciones donde me describía situaciones curiosas, sucesos, personajes y el accionar de los espantos que en otros tiempos marcaron la vida de nuestros familiares. La Abuela Margarita, se alejó de este mundo un 25 de diciembre de 1.996, cuando pisaba noventa y dos años de vida. Representa, por estos detalles, uno de esos valores autóctonos que permanecían en el anonimato y he aquí algo de la esencia de sus arepitas de horno: se elaboraban con harina de maíz chiquito o amarillo, bien finita la masa que se combinaba con queso criollo rayado y se mojaba con huevos criollos que se batían, sin alcanzar el punto de nieve, la amarilla aparte y la clara igual y una miel de panela, bien amasada hasta dar el punto, luego cuando ya se había calentado el horno de barro, se elaboraban redonditas las arepitas de horno y se colocaban en hojas de plátano y se cocían al horno y casi al punto de culminación, se les agregaba nuevamente miel y queso por encima y terminada la cocción, se dejaban enfriar para degustarlas golosamente entre familia. Y como señaló Antonio Picón, al paso del tiempo adquirían más sabor, es decir, se ponían más sabrosas.
Original: Jesús María “Chuma” Espinoza Marín
Historiador y Cronista Popular
Timotes, abril de 2016
LAS AREPAS DE HORNO Y OTRAS GRANJERIAS
Por: Jesús María “Chuma” Espinoza Marín
Filadelfo Araujo, paisano Timotense, a través de su cuenta en Facebook denominada “La Ruta del Páramo”, nos obsequia desde la Mérida Serrana, diciendo: “Para mis coterráneos, les envió, estás arepitas de horno”. Y la gráfica, nos llena de antojo porque se ven apetitosas, doraditas, crujientes y curiosamente distribuidas en un recipiente sobre las hornillas, sumando más de una docena que esperan por los comensales. Como para despertar más nuestra ansiedad, insiste: “vamos a ver si Regal Ocanto o Ramón Ramírez (también coterráneos), recuerdan, dónde las preparaban”. Prosigue, un tanto descriptivo, Fila: “Mi tía, Victoria Parra y mi Aya, Domitila Paredes, hacían unas geniales. También mi tía Angelina Marquina y Margarita Lobo, las preparaban tan buenas que no necesitaban pasajeros” como “diría Iván Rivera”.
Desde mi aposento en Timotes, añorando la creatividad y los sabores percibidos y degustados, una y otra vez, en nuestras tardes familiares, expreso: “Extraordinarias y exquisitamente inolvidables las de la Abuela Margarita”. A la conversación, se suma otro paisano, Regal Ocanto, quien sentencia: “las arepas de horno que recuerdo eran unas con bastante queso que vendía Ramón, el esposo de Angelina” (Montilla) “en Plaza Páez” hoy nuestra Plaza Miranda. Prosigue nostálgico: “De la abuela Margarita me acuerdo de las mantecadas y los bizcochuelos (infaltables en las paraduras). Otra que también hacía arepas de horno era mi prima Juana Ocanto”. Mientras los recuerdos aparecen uno a uno, Filadelfo ofrece testimonios: “como anécdota, recuerdo, que nos peleábamos (suponemos que en su casa) por las arepas de la Señora Margarita Lobo, la abuela de Chuma”. A la conversación se une Rómulo Balmore Montilla, quien expresa: “las mejores arepas de horno, por muchísimos años, fueron las de la señora Margarita, igual que los pastelitos de carne y queso”. Sin esperar mas segundos, se reporta desde la Ciudad de las Siete Colinas Iván Rivera y señala: “la Señora Flora, vía al Cementerio (de Timotes) las hacía muy buenas” y agrega también nostálgico José Antonio Picón Briceño, a quien Isbelia aprecia y menciona contantemente en conversaciones familiares, lo siguiente: “comparto con Regal (Ocanto) lo de las mantecadas y bizcochuelos de la Señora Margarita Lobo”, resaltando con mayúscula: “Exquisitas. A mi mamá, Doña Anita y a Tía Florinda, les encantaban”. Entre las emociones surgidas de sentimientos encontrados que evocan lo grato del momento, remata: “Cada vez que íbamos a Timotes visitábamos a Elena e Isbelia y llevábamos para Valera, cuando habían. Igual con las arepas de horno, las comíamos solas por lo bien preparadas. Qué tiempos aquellos!”. Al intercambio se suma una Dama Teresa Ramírez, quien amplía la variedad de la añoranza, escribiendo: “Arepas buenas de maíz chiquito y maíz pilao, las que preparaba mi Madre Josefita Ramírez”. Elio Franco también evocador, nos lleva con sus frases hacia lo sentimental, refiriendo: “Qué enriquecedor y maravilloso saber de todos ustedes, además cargados de lindos recuerdos que nos llevan a aquellos años en nuestro amado terruño” refiriéndose al Timotes legendario. Entrega su opinión afirmando: “las arepas de horno, mis preferidas, y también de los míos. Infaltables los bizcochuelos, así como las mantecadas que mi Mamá Ana (Anita Cádenas) de Franco encargaba donde la Señora Margarita, Abuelita de Chuma, para la paradura del Niño (Jesús) de mi casa”. Entre otros conversadores, se une con sus palabras Ramón Ramírez, afirmando: “… no duden que con nuestros humildes aportes, vale decir con lo poco (o mucho diríamos) que nos ayude nuestra agotada memoria, iremos suministrando un grano de arena, que aunado a la semántica que los honra, se escribirán grandes folios para la historia imperecedera. Muy cierto, Flora, la mamá de Dulce, y esposa del Señor Molina (también elaboradora de arepas de horno), casualmente el horno lo tenía a la vista de todo el que se conducía (o dejaba irse) por la vía hacia el grupo escolar. También la Señora María Cándida Santiago preparó mantecadas de gran calidad y a tres reales cada una”. Con la preocupación a flor de labios, Ramírez, concluye emocionado: “veo que han olvidado las exquisitas y únicas paledonias (también llamadas cucas o catalinas) elaboradas por la Señora Margarita Lobo, y las quesadillas y acemas que elaboraba la señora Florentina, Madre de Bernardino, Ramiro y René, entre otros. Además del pan criollo que elaboraba el Señor Sixto Santiago, el de la Calle Guaicaipuro (de Timotes), a medio cada uno”. Mientras Alice Parra nos antoja diciendo: “que ricas son con bastante queso”, les dejó está información que dice: “Recuerdo de niño, ya casi a finales de los sesenta y principio de los setenta, las cuentas de pan que sacaba un Señor Marcelo Cómbita en su pequeña Panadería de Plaza Miranda. Fue muy famoso su pan “Cachito” que repartía en una bicicleta de reparto, color negro. Por cierto una cuenta de pan implicaba 20 unidades. La panadería de Marcelo dio origen, posteriormente, a la Panadería La Criollita del popular Flaco Abel Lacruz”. De nuevo Elio Franco con sus palabras: “En esa década Jesús “Chuy” Franco abrió la bodega “Los Cuatro Vientos” y allí vendíamos el pan del Señor Marcelo Cómbita (que) tenía mucha demanda. También allí se vendían los mejores helados, preparados por Majín Franco y mi mamá, en variedad y sabores: moras de allí de la montaña, piña, coco y toddy, los más buscados, yo estaba pequeño pero ayudaba en la atención al cliente. Al lado estaba el botiquín de Don Manuel Villarreal y al frente (estaba) la Bodega del Señor Paulino Valero”. Por cierto, está bodega funcionó durante mucho tiempo como señala Elio y vale decir que estaba una cuadra abajo de Plaza Miranda, por la Avenida Bolívar, y un poquito más arriba de la casa natal de Filadelfo, en local propiedad de su mencionada Tía Angelina Marquina. La conversación la remata Regal Ocanto con lo siguiente: “eran famosos los panes de Las Uzcategui” refiriéndose a “las niñas Esther y Débora, porque murieron viejas pero niñas, (que ) estaban al lado de Pedro Ocanto (del Abasto Los Timotíes) en lo que es la casa de Mayela (Quintero), hija de Ramón “Pinocho” Quintero; el pan de Ernesto Vivas frente al Parque (infantil) de la Avenida Guaicaipuro, especialmente el pan blanco que era exquisito y a medio la unidad”.
Finalmente, paisanos conversadores: “Del horno de mi abuela”, otrora obra de arte nacida del ingenio de Crescencio Gutiérrez, quien lo armó en ladrillo y barro, salían apetitosas granjerías: pan criollo, paledonias o cucas, mantecadas de maíz, biscochuelo, acemas, cachito, arepas de horno y otras especialidades de la cocina criolla que inundaban, periódicamente, los mostradores y vitrinas de las pulperías más importantes del pueblo. Pero qué manos prodigiosas amasaban tan solicitadas apetencias? Simplemente era el trabajo de mi abuela Margarita, humilde mujer llegada desde la Piedra Gorda a principios del siglo XX, precisamente a casa de Doña Josefa Araujo, generosa dama que le brindó facilidades para estudiar las primeras letras, efectuar la Primera Comunión y aprender la elaboración de granjerías tradicionales.
La abuela Margarita, asimiló muy bien las enseñanzas de Doña Josefa y muy agradecida tuvo que partir de allí, buscó otros rumbos. El destino le deparó la vieja casona de los Espinoza, donde Don Chui, Padrino de todos, le brindó calor familiar.
Allí comenzó, desde que tenía 18 años, a amasar por cuenta propia, labores que realizó durante más de treinta años en el horno de la casa vieja. Sumemos otros diez años, sacando granjerías del horno nuevo, crisol que era calentado con chamiza traída en los hombros de Fabricio Parra, desde las montañas cercanas, recibiendo en pago: un cafecito, paledonias, pan y cinco reales que costaba el tercio de chamiza. Por cierto, era todo un acontecimiento divisar en los caminos de la montaña al cargador de chamiza y seguirlo con curiosidad hasta verlo aparecer por las calles.
Para concretar esas faenas productivas, nuestro personaje, utilizaba algunos instrumentos caseros, confeccionados por artesanos populares, entre los cuales se distinguían: una batea grande, la paleta de madera, varias ollas de barro y cucharas de palo que servían para batir los ingredientes.
Para la abuela Margarita, amasar era como rezar: todo un ritual maravilloso que permitía: ganarse el sustento honradamente, servirle a la comunidad, demostrando sus habilidades para cocinar y sin proponérselo, ganarse un sitial en la historia culinaria del poblado. La calidad de sus granjerías permitió que su fama se regara cual lluvia fresca por los pueblos y ciudades de la región, inclusive del centro del país, sitios donde llegaban bien envueltos los encargos para ser graciosamente servidos y degustados en la popular merienda de las tardes familiares.
Sus exquisitas apetencias fueron muy conocidas, y podríamos afirmar que casi todos los habitantes probaron algo de esa gama peculiar del horno de mi abuela, a tal punto que muchos añoramos hoy la sabrosura del pan, las mantecadas de maíz y las incomparables paledonias, elaboradas, tal vez, aplicando mágicos secretos que le garantizaban un sabor inigualable. Recuerdo que la gente esperaba paciente, en la casa vieja, el divino producto que degustaban los vecinos a distintas horas del día.
En aquella época, el precio de esos productos estaba al alcance de todos: pan a locha y a medio; mantecadas a medio (las pequeñas), a cuatro bolívares las grandes, que por lo general se hacían por encargo para repartirlas en las tradicionales Paraduras del Niño, escenificadas en el mes de enero; igual: paledonias a medio. Su pequeña producción oscilaba entre veinte y treinta cuentas de pan, amasaba cuatro días a la semana, reservando los días sábados para la elaboración de las ricas mantecadas de maíz. También elaboraba exquisitos dulces caseros, tabletas de coco y papelón, que endulzaban el paladar de la chiquillería.
Posteriormente, la abuela Margarita, se fue a la ciudad buscando mejor vida, dejando a los hijos de Timotes sin las preciadas granjerías. Muchas cosas han cambiado en este Valle, hoy existen empresas modernizadas con muy buena producción de esas granjerías antes caseras, aunque la sencilla viejita elaboró tabletas de coco, dulces y otras apetencias que endulzaron la vida de muchos caroreños. La abuela nunca tuvo ese espíritu empresarial que le sobró a otros paisanos, realidad que pudo permitirle crear su propia empresa, aunque si tuvo la dicha y satisfacción de haber enseñado a tantas personas los trucos de las granjerías típicas, de haber vendido sus granjerías a las principales familias de Timotes y el recuerdo imborrable de interesantes o hermosas páginas en la historia gastronómica del poblado.
La abuela Margarita dejó sus huellas apetitosas en este hermoso Paraíso, muchos ni siquiera la conocieron, otros como Filadelfo Araujo, Regal Ocanto, Ramón Ramírez, Teresa Ramírez, Elio Franco y quien susccribe, jamás nos olvidaremos de su figura anciana, cansada pero enamorada de la vida, siempre cordial, ocurrente y conversadora de historias pasadas. Recuerdo las distintas conversaciones donde me describía situaciones curiosas, sucesos, personajes y el accionar de los espantos que en otros tiempos marcaron la vida de nuestros familiares. La Abuela Margarita, se alejó de este mundo un 25 de diciembre de 1.996, cuando pisaba noventa y dos años de vida. Representa, por estos detalles, uno de esos valores autóctonos que permanecían en el anonimato y he aquí algo de la esencia de sus arepitas de horno: se elaboraban con harina de maíz chiquito o amarillo, bien finita la masa que se combinaba con queso criollo rayado y se mojaba con huevos criollos que se batían, sin alcanzar el punto de nieve, la amarilla aparte y la clara igual y una miel de panela, bien amasada hasta dar el punto, luego cuando ya se había calentado el horno de barro, se elaboraban redonditas las arepitas de horno y se colocaban en hojas de plátano y se cocían al horno y casi al punto de culminación, se les agregaba nuevamente miel y queso por encima y terminada la cocción, se dejaban enfriar para degustarlas golosamente entre familia. Y como señaló Antonio Picón, al paso del tiempo adquirían más sabor, es decir, se ponían más sabrosas.
Original: Jesús María “Chuma” Espinoza Marín
Historiador y Cronista Popular
Timotes, abril de 2016
miércoles, 13 de agosto de 2014
EL VIEJAZO DE TIMOTES
CRONICARIO
CULTURAL TIMOTENSE
“EL
VIEJAZO DE TIMOTES”
Por: Jesús
María “Chuma” Espinoza Marín
EL VIEJAZO
José
Gregorio Ramírez Barrios era el verdadero nombre de este legendario
personaje conocido en nuestro terruño como El Viejazo. Había nacido
un 10 de marzo del año 1860, en una casa de tejas situada al pie
del pueblo de Chachopo. Era hijo del señor José Valentín Ramírez
y de la señora Severiana Barrios, quienes a muy temprana edad lo
bautizaron en las festividades de Santa Bárbara, siendo apadrinado
por Don Inocente Carrillo, bisabuelo de Don Emilio Carrillo, hijo
destacado de Chachopo.
Justo
cuando José Gregorio tenía 12 años, se vino con su padre a la
finca de Mirandita, donde se formó en las tareas agrícolas
campesinas. Acostumbraba salir al pueblo para reunirse con amigos y
tomarse unos cuantos tragos de miche “sanjonero”. En ese
deambular propio de la juventud de la época aprendió diversas
situaciones. Desde muy joven fue reclutado en varias ocasiones para
integrar la tropa de generales que buscaban controlar el poder, así
peleó en distintos combates y se formó entre armas. Contaba Don
Rafael María Jerez, que “por estar de callejero fue reclutado para
formar filas en el ejército con el cual los Araujo de El Salado
(Bisabuelos de Jesús Vielma) le hicieron frente y derrotaron a la
invasión dirigida por Don Blas “El Chato” que asomó por Las
Porqueras venido desde Jajó”. Se cuenta que El Viejazo quedó
con vida, regresando a casa de sus padres en Chachopo. Pero las
tentaciones lo llevaron nuevamente a las calles del pueblo, cosa que
cuando pasó la Invasión de los Sesenta, agosto de 1899, encabezada
por el General Cipriano Castro, fue reclutado y alistado como
soldado. Cuenta la tradición oral que participó en diversos
enfrentamientos, permaneciendo en Caracas mas de una década. A su
regreso a Chachopo casó con una Yaracuyana de nombre Encarnación
Saavedra, con quien procreó dos hijos que murieron a temprana edad.
Agarró fundamento y se formó en el trabajo del campo.
En 1925
se vino a Timotes. Ya estaba viudo, huérfano, cansado y muy pobre.
Por lo cual empieza a trabajar en El Garabato, en tierras de Don
Alfredo Rivas, mas tarde se va a La Lajita con los Quintero y
finalmente trabajó con Don Pedro Samuel Carrillo. Así van pasando
los años para convertirse en el célebre Viejazo, considerado
durante muchos años como una reliquia de Timotes. Cuando ya no pudo
trabajar, comenzó a deambular por las calles del pueblo en
solicitud de comida para sobrevivir. Allí comienza la leyenda de
El Viejazo, porque también pedía para un trago de aguardiente y
dedicarse e entretener a sus paisanos narrando las diversas
vivencias de la guerra. Hablaba hasta mas no poder con
un elocuente discurso que dejaba admirados a sus oyentes. Además,
enseñaba las cicatrices como testimonios de la guerra. La gente del
pueblo lo escuchaba con respeto y admiración. Gozaba de muy buena
memoria y lucidez, por lo cual cuando resultó vilmente asesinado
estaba en pleno goce de sus facultades mentales. Dicen que tenía mas
de cien años. Por eso el famoso sobrenombre.
Del
Viejazo nos quedaron unas cuantas historias y sus pronósticos nada
halagadores, pues decía convencido: “que con un aguacero bien
fuerte, se podía venir medio cerro del Chamarú sobre la quebrada Ño
Ana”, lo cual afectaría a nuestro querido Timotes. ( En Base a
informaciones escritas por Don Rafael María Jeréz Espinoza. Marzo
de 1970)
EL
GENERAL CASTRO Y EL VIEJAZO
El
General Cipriano Castro venía de vencer -06 de agosto de 1.899-
a las fuerzas leales al Gobierno del Presidente Ignacio Andrade, en
el cerrado combate de Tovar, donde por cierto figura entre los jefes
derrotados otro coterráneo llamado General Emilio Rivas.
Mérida
lo recibió el 09 de agosto DE 1.899 y lo vio partir dos días
después. A su paso por Tabay es recordada la acción saqueadora
contra la Pulpería de los Hermanos Zerpa, quienes se vieron
obligados a suministrar en calidad de “préstamo” unas cuantas
provisiones que incluían: mulas de carga, caballos de montar, burros
aperados, reses, marranos, morocotas, prendas finas, mercancía,
alpargatas, pólvora, revólveres, plomo, peinillas finas, comida
suficiente, papelón, brandy XXX y ron progreso para pasar el páramo,
además de otros objetos de valor tomados del peculio de la iglesia.
Mucuchíes lo acoge el 11 de agosto. Pasa por Timotes un 14 de agosto
de 1.899, arrasando con todo lo que encontraba, suficientes razones
para que agarrara fuerza la célebre frase: “Vienen los Andinos”.
En este Valle de Los Timotes ordena reclutar todos los hombres
útiles para la guerra y se aprovisiona de más elementos. Pasó
largo rato saboreando café en la antigua Casa de caballeriza que
después fue de Don Florencio Uzcátegui. Dicen las crónicas que
muchos “ricos” de la época, días u horas antes habían
enterrado o escondido unas cuantas armas, morocotas y objetos de
valor, por temor a perderlas ante el saqueo de la tropa. Mientras
muchos hombres del pueblo aguardaban en lo alto del cerro El Otro
Lado o en el de Chicuá, bajaron ya entrada la noche cuando se
aseguraron que la Invasión de Los Sesenta había trastumbado hacia
Trujillo.
Entre
los reclutados y voluntarios Timotenses, unidos a esta Causa conocida
como La Revolución Restauradora Nacional, figuraron: Mercedes
Paredes, José Natividad Paredes, Pedro José Peña, Ricardo Araujo,
Juan Rivas La Cruz y José Gregorio Ramírez Barrios, mejor
conocido en la historia local como El Viejazo, quienes avanzaron
hasta Mesa de Esnujaque, La Mocotí, La Puerta, Mendoza, Valera,
Carora, combatiendo con gallardía en las escaramuzas y
enfrentamientos bélicos de Parapara (Estado Lara), Nirgua (Yaracuy)
y Tocuyito (Carabobo), incluso entrando triunfantes a la Ciudad
Capital el 20 de octubre de 1.899.
Al
triunfo de la Revolución Castrista, muchos andinos regresaron, unos
murieron en combate y otros tantos como Juan Rivas La Cruz y El
Viejazo, acompañaron a Gómez, en la misión de la Toma de El
Zamuro, en Ciudad Bolívar, donde se destacaron por su arrojo y
valentía. En esta campaña salió gravemente herido nuestro
personaje, aunque logró sanar. Posteriormente, estos dos valerosos
soldados Timotenses regresaron a Caracas, allí pasaron largo tiempo
cada quien por su lado, dicen que Juan Rivas La Cruz,
decepcionado emprendió el camino hacia Los Andes, caminando durante
largos días, siguiendo las huellas del legendario correo, hasta
llegar al pueblo de Los Timotes. Dicen que este personaje fue
nombrado agente de policía y “era el único agente que había en
Timotes”. Al decir de Don Ramón Peña en su libro Conceptual,
también “recibió el cargo de farolero y se le veía todas las
tardes con una escalera al hombro, calle arriba y calle abajo, con un
pote de agua y un tarro de carburo, encendiendo los cocuyos, que
duraban hasta las nueve de la noche”. Del Viejazo no sabemos cómo
regresó, lo que si recuerdan los viejos son las interesantes
historias de esas correrías narradas por el legendario guerrero en
las Pulperías o Botiquines y Cantinas del poblado. Incluso cuentan
que con un patriotismo indescriptible levantaba la bota del pantalón
para mostrar las cicatrices de los plomazos que afectaron una de sus
piernas, estillada según sus palabras a punta de plomo en las
guerras del General Castro. También se hizo inolvidable la frase:
“Llegó El Viejazo, señores”.
Justo
cuando rememoramos el Paso de Castro y sus hombres por Los Andes -
Timotes, 14 de agosto de 1.899- rendimos tributo a este Personaje
conocido como El Viejazo.
EL
VIEJAZO
En
ocasión del Primer Retorno a Timotes, celebrado en diciembre de
1.967, fue presentado nuestro paisano José Gregorio Ramírez
Barrios, alias El Viejazo, como “el hombre más viejo de
Venezuela”, para entonces el personaje contaba con 107 años. Un
grupo de personas ligadas a la organización del Retorno,
dieron justo trato al personaje que vivía de lo poco que algunas
personas generosas daban para su mantenimiento. El Viejazo fue aseado
y vestido decentemente, representando un atractivo para tantos
paisanos y visitantes de esa época, nada mas que uno de los
sobrevivientes de las guerras de fines del siglo XIX, destacado como
guerrero en la Invasión de los Sesenta o Revolución Restauradora
Nacional, liderada por el General tachirense Cipriano Castro.
(Fuentes:
“Historia Mínima de Timotes,”(1992)
y “Anécdotas y Tradiciones de Timotes”
(2002) de Jesús María “Chuma” Espinoza Marín, Historiador y
Cronista Popular. Correo: mucutatan@gmail.com)
jueves, 17 de julio de 2014
PLAGIO LITERARIO
CRONICARIO CULTURAL TIMOTENSE
PLAGIO LITERARIO
Por: Jesús María “Chuma” Espinoza Marín
En octubre de 2013, salió a la luz pública, la Obra Titulada: “Chachopo Ayer y Hoy” (287 páginas) de Jesús Aligdo Ramírez, un joven de Chachopo empeñado en aportar informaciones históricas a la sociedad Chachopense para llenar de alegría a sus paisanos y contribuir a la exaltación cultural de su terruño. Sin duda que es un esfuerzo interesante, por la perseverancia y por la calidad de la presentación del formato bibliográfico, un buen trabajo de los Talleres Gráficos Universitarios de la ULA Mérida, donde se precisa la calidad en la caratula, papel, diagramación y excelentes gráficas. Sin embargo, al abrir las páginas de dicha obra nos decepcionamos porque nos conseguimos, sin restarle méritos, con grandes fallas gramaticales donde la incongruencia y los errores estructurales dejan mucho qué decir. En mi caso particular como Historiador y Cronista Popular de Los Andes, me siento asombrado al precisar que entre las páginas 68 y 73, se produce un vulgar plagio literario de informaciones que me pertenecen por investigaciones realizadas desde 1988, publicadas debidamente como artículos de opinión en periódicos regionales como Diario El Tiempo de Valera y Diario Frontera de Mérida, los cuales reposan en los Archivos correspondientes con los siguientes títulos: “Las Vías de Comunicación Terrestres: Tramo Carretero Timotes-Valera, 1916 – 1925”. (Tesis de Grado) Universidad de Los Andes, Facultad de Humanidades y Educación, 1988, 160 Págs.; “TIMOTES SE UNIO A LA CAUSA”, Artículo de opinión de mi autoría publicado en Diario Frontera de Mérida, de fecha, domingo 19 de Junio de 1988, Página A-8; “TIMOTES SE UNIO A LA CAUSA”, Artículo de Opinión de mi autoría publicado en Diario El Tiempo de Valera, de fecha, domingo 23 de junio de 1991, página 4; “Cronicario Cultural. PASO DE BOLIVAR POR LOS ANDES”, artículo de opinión de mi autoría publicado en Diario El Tiempo de Valera, de fecha, martes 23 de junio de 1992, página 19; y “EL PRIMER AUTOMÓVIL DEN TIMOTES”, artículo de opinión de mi autoría publicado en Diario El Tiempo de Valera, de fecha, domingo 07 de julio de 1991, página 8; y en los Libros: “Historia Mínima de Timotes”, Primera Edición de mi Autoría, Escuela de comunicadores Populares “Mario Kaplún”, Mérida, 1992, 163 páginas ; “Campaña Admirable de 1813. Paso de Bolívar por Los Andes”, Varios Autores, Fondo Editorial Municipal, Junio de 2006, 63 páginas; y “La Campaña Admirable de 1813. El Paso del Libertador Simón Bolívar por Los Andes Venezolanos” titulo de mi autoría, Segunda Edición, junio de 2013, 52 páginas. Es importante informar que Jesús Aligdo, descaradamente toma parte de mis informaciones relacionadas con la Llegada del Primer vehículo a Timotes; y el Paso del Libertador por Los Andes, específicamente por Chachopo y Timotes, y las inserta en su libro como suyas, sin otorgar ningún crédito ni hacer ningún tipo de referencia a mis obras. Incluso falseando la historia de Chachopo, al asignarle sucesos históricos de otras latitudes, registrados en fuentes originales que sucedieron en Timotes y de los cual podemos dar testimonio porque están contenidas en los ejemplares del primer periódico Timotense conocido como “El Pordiosero”, dirigido en otra época por Don Jesús María Espinoza, el cual circuló en su primera edición un 01 de mayo de 1910, prolongándose sus ediciones hasta 1917, y de cuyo patrimonio familiar somos herederos. Esta acción echa por tierra la seriedad de la propuesta editorial y nos recuerda que estamos frente a la piratería e improvisación.
Esta situación me obligó a escribir esta nota, con la firme intención que se respeten los derechos de autor y se otorguen los créditos correspondientes al investigador, lo contrario es faltarle a la ética y a los principios elementales de las técnicas de investigación que cualquier autor, interesado en publicar, debe conocer hasta la saciedad. Soy de los convencidos que cuando publicamos cualquier información, ya los contenidos no son nuestros porque se convierten en patrimonio de nuestro pueblo, quien los utiliza a su manera y los guarda como un preciado tesoro para enriquecer su cultura y valorar sus raíces. Pero tomar informaciones de otros autores y publicarlas como nuestras representan un delito conocido como plagio literario que nos llena de indignación.
No es mi estilo ventilar este tipo de situaciones en los medios pero creo que moralmente estoy obligado a hacerlo porque justo estas páginas periodísticas han sido testigos de mis aportes en materia de investigación etnohistórica y mas aún nuestro pueblo lector debe conocer la situación para que este consciente del grave error cometido por este autor. Ya la obra está en circulación y serán muchos los confundidos con diversas informaciones contenidas en la misma, por lo cual agradezco a los sabios lectores la lectura consciente del error cometido entendiendo que errar es de humanos y corregir es de sabios, y que por mucho que ocultemos situaciones siempre la verdad saldrá a flote. Bienvenida la creatividad y originalidad como esencias de propuestas convincentes, rechazo total a la piratería y falsedad.
Jesús María “Chuma” Espinoza Marin
Historiador y Cronista Popular
Timotes, Julio de 2014
ANALISIS DE LOS TEXTOS PLAGIADOS
El mencionado autor Jesús Aligdo Ramírez, toma descaradamente parte de mis informaciones relacionadas con la Llegada del Primer vehículo a Timotes; y el Paso del Libertador por Los Andes, específicamente por Chachopo y Timotes, y las inserta en su libro como suyas, sin otorgar ningún crédito ni hacer ningún tipo de referencia a mis obras. Veamos la esencia original de mis escritos:
Primer Caso: “EL PRIMER AUTOMOVIL EN TIMOTES
La célebre Junta “Unión y Progreso” de Timotes, dirigida por el presbítero Buenaventura Vivas, continuaba adelante con los trabajos carreteros, iniciados en 1916 entre Timotes y Valera.
Aquellos valerosos dirigentes cumplieron su cometido y prueba de ello fue que el día 24 de julio de 1923, quedo para la historia local al realizarse la inauguración, solemne y jubilosa, de la primera sección de la Carretera Timotes, en un tramo de 6 kilómetros aproximados entre Timotes y La Raya (Limite entre Mérida y Trujillo). El mencionado tramo estaba listo: apto para ser transitado por vehículos automotores. Así, sucedió que en emotivo acto protocolar se cristalizo parte de un rompecabezas hoy conocido como Carretera Trasandina, triunfal señal del progreso.
Ese día es trascendental para la historia Timotense, puesto que se celebró espléndidamente la llegada del primer automóvil a esta ciudad. Destaca que aquel primer vehículo fue transportado a hombros, por un grupo de peones desde la ciudad de Valera, ciudadanos que recorrieron lo ancho y largo del viejo Camino Nacional hasta el pie del cerro la Mocotí, Jurisdicción de Trujillo. La heroica peonada, cargando pieza por pieza, bajo las órdenes del Señor Florencio Uzcátegui, llegaron a La Mocotí días antes, victoreando “el progreso del Padre Vivas”. Aclaramos que la distribución del motor, su embalaje en Valera y su respectiva armada en la Casona del Padre Vivas, estuvo a cargo del “inteligente mecánico Sr. Jorge Morales Colmenares”.
Aquel primer vehículo fue propiedad del Padre Vivas, quien en compañía del entonces Jefe Civil del Distrito Coronel Pedro Pablo Febres Cordero, en la noche del 24 de julio de 1923, hicieron su entrada por la calle principal de la población (hoy avenida Bolívar), seguidos de una inmensa cantidad de pueblo que deseaba admirar el vehículo a la par que otro grupo de personas lo miraba con asombro, recelos y muy de lejos. Ese histórico vehículo fue conducido por Teodoro “Castillo” Chaparro Castillo, quien paso a la historia como el primer conductor de Timotes. Ese mismo día se inauguraron las encementadas calles Real y de La Iglesia (Avenida Bolívar y Miranda), logros importantes de la Junta “Unión y Progreso”. Aquel automóvil era un Ford, color negro y refieren las crónicas periódicas que una vez llegados a la Casa Cural, el Presbítero Monseñor Buenaventura Vivas “obsequió una copa de champagne y fue bautizado aquel “primer Caballo de Gasolina” que oso remontar estas alturas”. (3) Con el tiempo se hicieron frecuentes, los vehículos en la zona, más aun con la apertura de la Gran Carretera Trasandina en 1925.
Concluimos expresando que la llegada del primer vehículo a Timotes significó la misma llegada del progreso para nuestras habitantes. (4)
___________
(3) “El Automóvil”. En: Argos. Nº 3, Timotes, 1 de diciembre de 1923, Pág. 7.
(4)Véase: ESPINOZA MARIN, Jesús María. Ob. Cit. Págs. 83-85. Nota: esta cita refiere a mi trabajo de Tesis de Grado, véase: ESPINOZA MARIN, Jesús María. Las Vías de Comunicación Terrestres: Tramo Carretero Timotes-Valera, 1916 – 1925. (Tesis de Grado) Universidad de Los Andes, Facultad de Humanidades y Educación, 1988, 160 Págs.
Estas Informaciones son parte de mi Trabajo de Tesis de Grado mencionado y aparecen en mi Libro: “Historia Mínima de Timotes”, 1992, pág. 83 y 113. De esta fuente que Jesús Aligdo Ramírez no cita por ningún lado, toma informaciones y escribe lo siguiente:
“…para estos tiempos se conoció el primer automóvil en Chachopo, el día 25 de julio de 1923 (nótese que altera el día original) hizo entrada por la calle principal, hoy día denominada calle Santa Bárbara.
Siendo su propietario el Párroco Buenaventura Vivas, quien en compañía del jefe Civil del Distrito el coronel Pedro Pablo Febres Cordero rodeados por la población en general, que asombrados observaban de lejos el automóvil, conducido por Teodoro Castillo quien fue el primer conductor de esta región, aquel automóvil era un farol (nótese que incurre en error porque era un Ford) /pág. 68/ color negro fue bautizado como el “Primer caballo de gasolina” que logró remontar estas alturas, siendo un hecho de vital importancia para la época porque significó la llegada del progreso para nuestros habitantes.
… /pág.69/ ”
Sin duda, que irrespeta mis investigaciones porque las toma, las manipula y las hace pasar como reales, cuando estas no sucedieron en ese poblado como él las refiere.
Segundo Caso: “HUELLAS DEL HEROE: PASO DE BOLIVAR POR TIMOTES
Al conocerse entre los vecinos de Timotes, la estadía del entonces Brigadier Simón Bolívar y su ejército en la Ciudad de Mérida (Campaña Admirable 1812-1813), nuestros antepasados, valerosamente, se dispusieron a alistarse en las filas republicanas, uniéndose patrióticamente a la Causa Independentista.
Simón Bolívar permaneció en la ciudad de la Cierra Nevada, desde el 23 de mayo hasta el 10 de junio de 1813 y desde allí lanzó un llamado a los merideños, que en el transcurrir del tiempo se traduce en más de quinientos voluntarios: hombres deseosos de servirle a la Causa Republicana. Estos refuerzos espontáneos se sumaron progresivamente. Al paso del libertador por cada pueblo andino, aumentaban las filas del ejército.
El día 10 de junio de 1813, Bolívar y comitiva se alejaron de la Serrana Mérida, marchaban cargados de pertrechos militares, comidas y morocotas donadas por algunos familiares pudientes como contribución a la Causa Independentista. Llenos de satisfacciones y recuerdos continuó la admirable travesía en busca de Trujillo. Montañas arriba y por entre las propias orillas del torrentoso Río Chama, deambularon hasta llegar al sitio de Moconoque (Mucuchíes), donde se unieron fielmente, a petición del Libertador, el indio Tinjacá y su perro mucuchicero: Nevado.
Las huellas del héroe, quedaron para el recuerdo, en el largo y penoso recorrido del Camino Nacional interandino que saludaba los sitios de Mucuchíes, San Rafael del Páramo, Apartaderos y el Alto Páramo o Collado del Cóndor (hoy Pico El Águila), donde el frió se siente con mayor intensidad. Al paso del ejército Bolivariano, se unían jóvenes, bisoños decididos a luchar por la libertad. Mientras muchos de los habitantes andinos se escondían temerosos, otros acudían con respeto a saludar los atrevidos viajeros “a caballo”.
Desde tempranas horas del día 11 de junio, Bolívar y sus hombres, descendieron desde el Collado del Cóndor, allende el nacimiento del Río Motatán. Luego de un duro transitar, llegaron en horas de la tarde moribunda a la célebre Meseta de los Chachopos, paraje que lo albergó en sus entrañas, ofreciéndole más frío. Cansados del difícil recorrido y deseosos de vencer los azotes del tiempo, los transeúntes se aprestaron a pernoctar en aquel hermoso sitio de los ChachopÍes. Allá al sereno de la noche sobraron las inspiraciones: maduró un pensamiento “tenebroso” que se plasmó días después en el atrevido “Decreto de Guerra a Muerte”, documento fechado en Trujillo el 15 de junio de1813.
A la madrugada siguiente, cuando los primeros rayos solares acariciaban la serranía, Bolívar dio órdenes de continuar el recorrido, y bajo desde Chachopo aguas abajo del Río Motatán, rompiendo al transitar un suave tendido blanquecino de escarcha que el frío paramero se empeña en tejer por las madrugadas. Escuchó el Libertador los cantíos variados del pájaro andino y las bruscas correrías del majestuoso Río. Rato después, cuando el radiante sol dominaba a su antojo, el séquito de guerreros entro al Valle de los Timotes, donde Bolívar avivó los recuerdos de las desaparecidas culturas Timotes y Cuicas. Aquí el espíritu bolivariano se rebozó de fortaleza ante la osadía de los jóvenes lugareños (casi un centenar), quienes ansiosos esperaban el paso de los héroes para acrecentar su ejército y contribuir al triunfo de la libertad americana.
De los registros históricos existentes, pudimos conocer algunos de los nombres de los ciudadanos Timotenses incorporados, en Timotes, al ejército Libertador. Agregamos que otros paisanos se habían trasladado hasta el Cantón de Mucuchíes poniéndose a las órdenes del Comandante José de Jesús Quintero, adelantado por Simón Bolívar para reclutar voluntarios para la guerra. Entre ellos, estuvieron: “Celedonio, Rosario e Ignacio Moreno, Encarnación Díaz, Paz Maldonado, Pascual y Encarnación Maldonado, Domingo Rivas (indio), José Antonio Araujo, Cruz Rivas, Agustín Combita, Santos Rondón, Juan José y Santos Toro, Jerónimo Bustos, Juan José y Juan Andrés Rivas, Santos Romero, Ignacio y Luís Díaz, Benardino Moreno, Natividad Araujo, José Jesús Puentes, Miguel Maldonado, José Jesús Villarreal, Juan Ascensión y Benito Ocanto, José Jesús Montilla, Pedro Cano, Antonio y Pedro Gracia, Jesús y Matías Molina, Reyes, Toribio y Domingo Cano, Salvador y Domingo Combita, Gregorio, Francisco y Tomás Paredes, Damián y Reyes Montilla, Jesús Manuel Moreno, Juan Pablo Rivas, Miguel Bustos, Apolinario Hoyos, Ignacio Y Domingo Gómez, Ciriaco Volcán, Marcos Prieto, Bernabé Malabares, Joaquín Gutiérrez, Andrés Torres, José Antonio Rodríguez, Juan Antonio y Miguel Moreno, Jacinto Rivas, Cruz Moreno, Pedro Fermín Ramírez, José Juan Araujo, Bartolomé Puente, Blas Moreno, Miguel Andrade y Francisco Ramírez”. (9)
Ellos, hijos de Timotes, entusiastas y voluntarios, se despidieron entre risas y llantos marchando rumbo a los campos de batalla en busca de la libertad. Estos valientes coterráneos combatieron en las históricas batallas de: Niquitao, Los Horcones, Los Taguanes, Cerritos Blancos, Bárbula y otros parajes donde su sangre andina cubrió su suelo patrio, inmortalizando la raza Timotes gracias al empuje belicoso de sus hijos.
Por tal acontecimiento, cada año en los días de junio, conmemoramos un aniversario más del paso del Héroe por estas tierras. Nuestro pueblo permanece atento, implorando oraciones por todos nuestros libertadores, de allí que siempre afirmaremos orgullosos: Timotes se unió a la Causa de la Libertad.
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(9) El Pordiosero, Nº. 17, Timotes, 1ro de mayo de 1912, Pág.6
Estas Informaciones son parte de mis investigaciones consecutivas de Historia Regional y local, y aparecen en mi Libro: “Historia Mínima de Timotes”, publicado en 1992, pág. 24, 25, 26 y 35. De esta fuente que Jesús Aligdo Ramírez no cita por ningún lado, toma informaciones y escribe lo siguiente:
“La estadía del Libertador Simón Bolívar y su ejército en Mérida “Campaña Admirable “ 1812 – 1875 (Nótese que incurre en error histórico al cambiar el año) nuestros antepasados valerosamente se dispusieron alistarse en las filas republicanas uniéndose patrióticamente a las causas independentistas. / pág. 71/
Simón Bolívar permaneció en la Ciudad de Sierra Nevada desde el 23 de mayo hasta el 10 de junio de 1815 (nótese nuevo error histórico en las fechas que no se corresponden con la verdad de los sucesos), desde allí lanzó un llamado a los merideños que en el transcurrir del tiempo se traduce en mas de 500 voluntarios “hombres deseosos de servirle a la causa republicana”.
El paso del Libertador por cada pueblo aumentaba las filas del ejército. Estos hombres entusiastas y voluntarios se despide entre risas y llantos marchando rumbo a los campos de batalla.
…
Son reclutados; Celedonio, Rosario e Ignacio Moreno, Asunción Díaz, Paz Maldonado, Pascual y Encarnación Maldonado, Domingo Rivas / pág. 72/ (indio), José Araujo, Cruz Rivas, Agustín Combita, Santos Rondón, Juan José, Santos Toro, Jerónimo Bustos, Juan Andrés Rivas, Santos Romero, Ignacio y Luís Díaz, Seraldino Moreno, Natividad Araujo, José Jesús Puentes, Miguel Maldonado, Juan Asunción, José Jesús Montilla, Antonio y Pedro Gracia. Hijos de Chachopo entusiastas y voluntarios se despidieron entre risas y llantos marchando a los campos de batalla en busca de la libertad.
… ” / pág. 73 /
Indudablemente que de nuevo irrespeta mis investigaciones porque las toma, las manipula y las hace pasar como reales, cuando estas no sucedieron en ese poblado como él las refiere. Incurre en errores en lugar de escribir Encarnación Díaz, dice: Asunción Díaz; a Juan José no le coloca apellido, es Juan Jose Rivas; escribe: Seraldino, en lugar de Benardino Moreno; refiere Juan Asunción en lugar de decir: Juan Ascención Ocanto; y señala que son hijos de Chachopo, cuando la fuente original que es el Periódico EL PORDIOSERO de Timotes, Nº 17, de fecha: 1ro de mayo de 1912, Pág.6, según escrito de mi Bisabuelo Don Jesús María Espinoza Becerra, Archivo Periodístico Patrimonio Familiar de Los Espinoza, nos indica claramente el origen Timotense de estos hombres voluntarios al Ejército del Libertador, incluso nos dice que Cruz Rivas, era el bisabuelo de mi bisabuelo.
Finalmente, rechazamos este tipo de situación que lesiona mis derechos de autor e irrespeta nuestra historia regional. Quienes escribimos, investigamos y creamos, debemos ser muy originales y con sentido de la ética, tal vez si Jesús Aligdo Ramírez, refiere mis Textos o libros publicados, el parafraseo es vàlido pero ni siquiera tuvo la delicadeza de citar fuentes bibliográficas. Cosas Veredes Sancho! No a la piratería, no al plagio literario. Y para cerrar esta situación algunas gráficas para reforzar.
1.- Artículos de Prensa Publicados
2.- Mi Libro: “Historia Mínima de Timotes”, 1992.
3.- Mis Otros Libros sobre La Campaña Admirable, ya referidos.
4.- Fuente Original: Periódico El Pordiosero, Nº 17, Timotes.
5.- Libro: Chachopo Ayer y Hoy de Jesús Aligdo Ramirez
PLAGIO LITERARIO
Por: Jesús María “Chuma” Espinoza Marín
En octubre de 2013, salió a la luz pública, la Obra Titulada: “Chachopo Ayer y Hoy” (287 páginas) de Jesús Aligdo Ramírez, un joven de Chachopo empeñado en aportar informaciones históricas a la sociedad Chachopense para llenar de alegría a sus paisanos y contribuir a la exaltación cultural de su terruño. Sin duda que es un esfuerzo interesante, por la perseverancia y por la calidad de la presentación del formato bibliográfico, un buen trabajo de los Talleres Gráficos Universitarios de la ULA Mérida, donde se precisa la calidad en la caratula, papel, diagramación y excelentes gráficas. Sin embargo, al abrir las páginas de dicha obra nos decepcionamos porque nos conseguimos, sin restarle méritos, con grandes fallas gramaticales donde la incongruencia y los errores estructurales dejan mucho qué decir. En mi caso particular como Historiador y Cronista Popular de Los Andes, me siento asombrado al precisar que entre las páginas 68 y 73, se produce un vulgar plagio literario de informaciones que me pertenecen por investigaciones realizadas desde 1988, publicadas debidamente como artículos de opinión en periódicos regionales como Diario El Tiempo de Valera y Diario Frontera de Mérida, los cuales reposan en los Archivos correspondientes con los siguientes títulos: “Las Vías de Comunicación Terrestres: Tramo Carretero Timotes-Valera, 1916 – 1925”. (Tesis de Grado) Universidad de Los Andes, Facultad de Humanidades y Educación, 1988, 160 Págs.; “TIMOTES SE UNIO A LA CAUSA”, Artículo de opinión de mi autoría publicado en Diario Frontera de Mérida, de fecha, domingo 19 de Junio de 1988, Página A-8; “TIMOTES SE UNIO A LA CAUSA”, Artículo de Opinión de mi autoría publicado en Diario El Tiempo de Valera, de fecha, domingo 23 de junio de 1991, página 4; “Cronicario Cultural. PASO DE BOLIVAR POR LOS ANDES”, artículo de opinión de mi autoría publicado en Diario El Tiempo de Valera, de fecha, martes 23 de junio de 1992, página 19; y “EL PRIMER AUTOMÓVIL DEN TIMOTES”, artículo de opinión de mi autoría publicado en Diario El Tiempo de Valera, de fecha, domingo 07 de julio de 1991, página 8; y en los Libros: “Historia Mínima de Timotes”, Primera Edición de mi Autoría, Escuela de comunicadores Populares “Mario Kaplún”, Mérida, 1992, 163 páginas ; “Campaña Admirable de 1813. Paso de Bolívar por Los Andes”, Varios Autores, Fondo Editorial Municipal, Junio de 2006, 63 páginas; y “La Campaña Admirable de 1813. El Paso del Libertador Simón Bolívar por Los Andes Venezolanos” titulo de mi autoría, Segunda Edición, junio de 2013, 52 páginas. Es importante informar que Jesús Aligdo, descaradamente toma parte de mis informaciones relacionadas con la Llegada del Primer vehículo a Timotes; y el Paso del Libertador por Los Andes, específicamente por Chachopo y Timotes, y las inserta en su libro como suyas, sin otorgar ningún crédito ni hacer ningún tipo de referencia a mis obras. Incluso falseando la historia de Chachopo, al asignarle sucesos históricos de otras latitudes, registrados en fuentes originales que sucedieron en Timotes y de los cual podemos dar testimonio porque están contenidas en los ejemplares del primer periódico Timotense conocido como “El Pordiosero”, dirigido en otra época por Don Jesús María Espinoza, el cual circuló en su primera edición un 01 de mayo de 1910, prolongándose sus ediciones hasta 1917, y de cuyo patrimonio familiar somos herederos. Esta acción echa por tierra la seriedad de la propuesta editorial y nos recuerda que estamos frente a la piratería e improvisación.
Esta situación me obligó a escribir esta nota, con la firme intención que se respeten los derechos de autor y se otorguen los créditos correspondientes al investigador, lo contrario es faltarle a la ética y a los principios elementales de las técnicas de investigación que cualquier autor, interesado en publicar, debe conocer hasta la saciedad. Soy de los convencidos que cuando publicamos cualquier información, ya los contenidos no son nuestros porque se convierten en patrimonio de nuestro pueblo, quien los utiliza a su manera y los guarda como un preciado tesoro para enriquecer su cultura y valorar sus raíces. Pero tomar informaciones de otros autores y publicarlas como nuestras representan un delito conocido como plagio literario que nos llena de indignación.
No es mi estilo ventilar este tipo de situaciones en los medios pero creo que moralmente estoy obligado a hacerlo porque justo estas páginas periodísticas han sido testigos de mis aportes en materia de investigación etnohistórica y mas aún nuestro pueblo lector debe conocer la situación para que este consciente del grave error cometido por este autor. Ya la obra está en circulación y serán muchos los confundidos con diversas informaciones contenidas en la misma, por lo cual agradezco a los sabios lectores la lectura consciente del error cometido entendiendo que errar es de humanos y corregir es de sabios, y que por mucho que ocultemos situaciones siempre la verdad saldrá a flote. Bienvenida la creatividad y originalidad como esencias de propuestas convincentes, rechazo total a la piratería y falsedad.
Jesús María “Chuma” Espinoza Marin
Historiador y Cronista Popular
Timotes, Julio de 2014
ANALISIS DE LOS TEXTOS PLAGIADOS
El mencionado autor Jesús Aligdo Ramírez, toma descaradamente parte de mis informaciones relacionadas con la Llegada del Primer vehículo a Timotes; y el Paso del Libertador por Los Andes, específicamente por Chachopo y Timotes, y las inserta en su libro como suyas, sin otorgar ningún crédito ni hacer ningún tipo de referencia a mis obras. Veamos la esencia original de mis escritos:
Primer Caso: “EL PRIMER AUTOMOVIL EN TIMOTES
La célebre Junta “Unión y Progreso” de Timotes, dirigida por el presbítero Buenaventura Vivas, continuaba adelante con los trabajos carreteros, iniciados en 1916 entre Timotes y Valera.
Aquellos valerosos dirigentes cumplieron su cometido y prueba de ello fue que el día 24 de julio de 1923, quedo para la historia local al realizarse la inauguración, solemne y jubilosa, de la primera sección de la Carretera Timotes, en un tramo de 6 kilómetros aproximados entre Timotes y La Raya (Limite entre Mérida y Trujillo). El mencionado tramo estaba listo: apto para ser transitado por vehículos automotores. Así, sucedió que en emotivo acto protocolar se cristalizo parte de un rompecabezas hoy conocido como Carretera Trasandina, triunfal señal del progreso.
Ese día es trascendental para la historia Timotense, puesto que se celebró espléndidamente la llegada del primer automóvil a esta ciudad. Destaca que aquel primer vehículo fue transportado a hombros, por un grupo de peones desde la ciudad de Valera, ciudadanos que recorrieron lo ancho y largo del viejo Camino Nacional hasta el pie del cerro la Mocotí, Jurisdicción de Trujillo. La heroica peonada, cargando pieza por pieza, bajo las órdenes del Señor Florencio Uzcátegui, llegaron a La Mocotí días antes, victoreando “el progreso del Padre Vivas”. Aclaramos que la distribución del motor, su embalaje en Valera y su respectiva armada en la Casona del Padre Vivas, estuvo a cargo del “inteligente mecánico Sr. Jorge Morales Colmenares”.
Aquel primer vehículo fue propiedad del Padre Vivas, quien en compañía del entonces Jefe Civil del Distrito Coronel Pedro Pablo Febres Cordero, en la noche del 24 de julio de 1923, hicieron su entrada por la calle principal de la población (hoy avenida Bolívar), seguidos de una inmensa cantidad de pueblo que deseaba admirar el vehículo a la par que otro grupo de personas lo miraba con asombro, recelos y muy de lejos. Ese histórico vehículo fue conducido por Teodoro “Castillo” Chaparro Castillo, quien paso a la historia como el primer conductor de Timotes. Ese mismo día se inauguraron las encementadas calles Real y de La Iglesia (Avenida Bolívar y Miranda), logros importantes de la Junta “Unión y Progreso”. Aquel automóvil era un Ford, color negro y refieren las crónicas periódicas que una vez llegados a la Casa Cural, el Presbítero Monseñor Buenaventura Vivas “obsequió una copa de champagne y fue bautizado aquel “primer Caballo de Gasolina” que oso remontar estas alturas”. (3) Con el tiempo se hicieron frecuentes, los vehículos en la zona, más aun con la apertura de la Gran Carretera Trasandina en 1925.
Concluimos expresando que la llegada del primer vehículo a Timotes significó la misma llegada del progreso para nuestras habitantes. (4)
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(3) “El Automóvil”. En: Argos. Nº 3, Timotes, 1 de diciembre de 1923, Pág. 7.
(4)Véase: ESPINOZA MARIN, Jesús María. Ob. Cit. Págs. 83-85. Nota: esta cita refiere a mi trabajo de Tesis de Grado, véase: ESPINOZA MARIN, Jesús María. Las Vías de Comunicación Terrestres: Tramo Carretero Timotes-Valera, 1916 – 1925. (Tesis de Grado) Universidad de Los Andes, Facultad de Humanidades y Educación, 1988, 160 Págs.
Estas Informaciones son parte de mi Trabajo de Tesis de Grado mencionado y aparecen en mi Libro: “Historia Mínima de Timotes”, 1992, pág. 83 y 113. De esta fuente que Jesús Aligdo Ramírez no cita por ningún lado, toma informaciones y escribe lo siguiente:
“…para estos tiempos se conoció el primer automóvil en Chachopo, el día 25 de julio de 1923 (nótese que altera el día original) hizo entrada por la calle principal, hoy día denominada calle Santa Bárbara.
Siendo su propietario el Párroco Buenaventura Vivas, quien en compañía del jefe Civil del Distrito el coronel Pedro Pablo Febres Cordero rodeados por la población en general, que asombrados observaban de lejos el automóvil, conducido por Teodoro Castillo quien fue el primer conductor de esta región, aquel automóvil era un farol (nótese que incurre en error porque era un Ford) /pág. 68/ color negro fue bautizado como el “Primer caballo de gasolina” que logró remontar estas alturas, siendo un hecho de vital importancia para la época porque significó la llegada del progreso para nuestros habitantes.
… /pág.69/ ”
Sin duda, que irrespeta mis investigaciones porque las toma, las manipula y las hace pasar como reales, cuando estas no sucedieron en ese poblado como él las refiere.
Segundo Caso: “HUELLAS DEL HEROE: PASO DE BOLIVAR POR TIMOTES
Al conocerse entre los vecinos de Timotes, la estadía del entonces Brigadier Simón Bolívar y su ejército en la Ciudad de Mérida (Campaña Admirable 1812-1813), nuestros antepasados, valerosamente, se dispusieron a alistarse en las filas republicanas, uniéndose patrióticamente a la Causa Independentista.
Simón Bolívar permaneció en la ciudad de la Cierra Nevada, desde el 23 de mayo hasta el 10 de junio de 1813 y desde allí lanzó un llamado a los merideños, que en el transcurrir del tiempo se traduce en más de quinientos voluntarios: hombres deseosos de servirle a la Causa Republicana. Estos refuerzos espontáneos se sumaron progresivamente. Al paso del libertador por cada pueblo andino, aumentaban las filas del ejército.
El día 10 de junio de 1813, Bolívar y comitiva se alejaron de la Serrana Mérida, marchaban cargados de pertrechos militares, comidas y morocotas donadas por algunos familiares pudientes como contribución a la Causa Independentista. Llenos de satisfacciones y recuerdos continuó la admirable travesía en busca de Trujillo. Montañas arriba y por entre las propias orillas del torrentoso Río Chama, deambularon hasta llegar al sitio de Moconoque (Mucuchíes), donde se unieron fielmente, a petición del Libertador, el indio Tinjacá y su perro mucuchicero: Nevado.
Las huellas del héroe, quedaron para el recuerdo, en el largo y penoso recorrido del Camino Nacional interandino que saludaba los sitios de Mucuchíes, San Rafael del Páramo, Apartaderos y el Alto Páramo o Collado del Cóndor (hoy Pico El Águila), donde el frió se siente con mayor intensidad. Al paso del ejército Bolivariano, se unían jóvenes, bisoños decididos a luchar por la libertad. Mientras muchos de los habitantes andinos se escondían temerosos, otros acudían con respeto a saludar los atrevidos viajeros “a caballo”.
Desde tempranas horas del día 11 de junio, Bolívar y sus hombres, descendieron desde el Collado del Cóndor, allende el nacimiento del Río Motatán. Luego de un duro transitar, llegaron en horas de la tarde moribunda a la célebre Meseta de los Chachopos, paraje que lo albergó en sus entrañas, ofreciéndole más frío. Cansados del difícil recorrido y deseosos de vencer los azotes del tiempo, los transeúntes se aprestaron a pernoctar en aquel hermoso sitio de los ChachopÍes. Allá al sereno de la noche sobraron las inspiraciones: maduró un pensamiento “tenebroso” que se plasmó días después en el atrevido “Decreto de Guerra a Muerte”, documento fechado en Trujillo el 15 de junio de1813.
A la madrugada siguiente, cuando los primeros rayos solares acariciaban la serranía, Bolívar dio órdenes de continuar el recorrido, y bajo desde Chachopo aguas abajo del Río Motatán, rompiendo al transitar un suave tendido blanquecino de escarcha que el frío paramero se empeña en tejer por las madrugadas. Escuchó el Libertador los cantíos variados del pájaro andino y las bruscas correrías del majestuoso Río. Rato después, cuando el radiante sol dominaba a su antojo, el séquito de guerreros entro al Valle de los Timotes, donde Bolívar avivó los recuerdos de las desaparecidas culturas Timotes y Cuicas. Aquí el espíritu bolivariano se rebozó de fortaleza ante la osadía de los jóvenes lugareños (casi un centenar), quienes ansiosos esperaban el paso de los héroes para acrecentar su ejército y contribuir al triunfo de la libertad americana.
De los registros históricos existentes, pudimos conocer algunos de los nombres de los ciudadanos Timotenses incorporados, en Timotes, al ejército Libertador. Agregamos que otros paisanos se habían trasladado hasta el Cantón de Mucuchíes poniéndose a las órdenes del Comandante José de Jesús Quintero, adelantado por Simón Bolívar para reclutar voluntarios para la guerra. Entre ellos, estuvieron: “Celedonio, Rosario e Ignacio Moreno, Encarnación Díaz, Paz Maldonado, Pascual y Encarnación Maldonado, Domingo Rivas (indio), José Antonio Araujo, Cruz Rivas, Agustín Combita, Santos Rondón, Juan José y Santos Toro, Jerónimo Bustos, Juan José y Juan Andrés Rivas, Santos Romero, Ignacio y Luís Díaz, Benardino Moreno, Natividad Araujo, José Jesús Puentes, Miguel Maldonado, José Jesús Villarreal, Juan Ascensión y Benito Ocanto, José Jesús Montilla, Pedro Cano, Antonio y Pedro Gracia, Jesús y Matías Molina, Reyes, Toribio y Domingo Cano, Salvador y Domingo Combita, Gregorio, Francisco y Tomás Paredes, Damián y Reyes Montilla, Jesús Manuel Moreno, Juan Pablo Rivas, Miguel Bustos, Apolinario Hoyos, Ignacio Y Domingo Gómez, Ciriaco Volcán, Marcos Prieto, Bernabé Malabares, Joaquín Gutiérrez, Andrés Torres, José Antonio Rodríguez, Juan Antonio y Miguel Moreno, Jacinto Rivas, Cruz Moreno, Pedro Fermín Ramírez, José Juan Araujo, Bartolomé Puente, Blas Moreno, Miguel Andrade y Francisco Ramírez”. (9)
Ellos, hijos de Timotes, entusiastas y voluntarios, se despidieron entre risas y llantos marchando rumbo a los campos de batalla en busca de la libertad. Estos valientes coterráneos combatieron en las históricas batallas de: Niquitao, Los Horcones, Los Taguanes, Cerritos Blancos, Bárbula y otros parajes donde su sangre andina cubrió su suelo patrio, inmortalizando la raza Timotes gracias al empuje belicoso de sus hijos.
Por tal acontecimiento, cada año en los días de junio, conmemoramos un aniversario más del paso del Héroe por estas tierras. Nuestro pueblo permanece atento, implorando oraciones por todos nuestros libertadores, de allí que siempre afirmaremos orgullosos: Timotes se unió a la Causa de la Libertad.
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(9) El Pordiosero, Nº. 17, Timotes, 1ro de mayo de 1912, Pág.6
Estas Informaciones son parte de mis investigaciones consecutivas de Historia Regional y local, y aparecen en mi Libro: “Historia Mínima de Timotes”, publicado en 1992, pág. 24, 25, 26 y 35. De esta fuente que Jesús Aligdo Ramírez no cita por ningún lado, toma informaciones y escribe lo siguiente:
“La estadía del Libertador Simón Bolívar y su ejército en Mérida “Campaña Admirable “ 1812 – 1875 (Nótese que incurre en error histórico al cambiar el año) nuestros antepasados valerosamente se dispusieron alistarse en las filas republicanas uniéndose patrióticamente a las causas independentistas. / pág. 71/
Simón Bolívar permaneció en la Ciudad de Sierra Nevada desde el 23 de mayo hasta el 10 de junio de 1815 (nótese nuevo error histórico en las fechas que no se corresponden con la verdad de los sucesos), desde allí lanzó un llamado a los merideños que en el transcurrir del tiempo se traduce en mas de 500 voluntarios “hombres deseosos de servirle a la causa republicana”.
El paso del Libertador por cada pueblo aumentaba las filas del ejército. Estos hombres entusiastas y voluntarios se despide entre risas y llantos marchando rumbo a los campos de batalla.
…
Son reclutados; Celedonio, Rosario e Ignacio Moreno, Asunción Díaz, Paz Maldonado, Pascual y Encarnación Maldonado, Domingo Rivas / pág. 72/ (indio), José Araujo, Cruz Rivas, Agustín Combita, Santos Rondón, Juan José, Santos Toro, Jerónimo Bustos, Juan Andrés Rivas, Santos Romero, Ignacio y Luís Díaz, Seraldino Moreno, Natividad Araujo, José Jesús Puentes, Miguel Maldonado, Juan Asunción, José Jesús Montilla, Antonio y Pedro Gracia. Hijos de Chachopo entusiastas y voluntarios se despidieron entre risas y llantos marchando a los campos de batalla en busca de la libertad.
… ” / pág. 73 /
Indudablemente que de nuevo irrespeta mis investigaciones porque las toma, las manipula y las hace pasar como reales, cuando estas no sucedieron en ese poblado como él las refiere. Incurre en errores en lugar de escribir Encarnación Díaz, dice: Asunción Díaz; a Juan José no le coloca apellido, es Juan Jose Rivas; escribe: Seraldino, en lugar de Benardino Moreno; refiere Juan Asunción en lugar de decir: Juan Ascención Ocanto; y señala que son hijos de Chachopo, cuando la fuente original que es el Periódico EL PORDIOSERO de Timotes, Nº 17, de fecha: 1ro de mayo de 1912, Pág.6, según escrito de mi Bisabuelo Don Jesús María Espinoza Becerra, Archivo Periodístico Patrimonio Familiar de Los Espinoza, nos indica claramente el origen Timotense de estos hombres voluntarios al Ejército del Libertador, incluso nos dice que Cruz Rivas, era el bisabuelo de mi bisabuelo.
Finalmente, rechazamos este tipo de situación que lesiona mis derechos de autor e irrespeta nuestra historia regional. Quienes escribimos, investigamos y creamos, debemos ser muy originales y con sentido de la ética, tal vez si Jesús Aligdo Ramírez, refiere mis Textos o libros publicados, el parafraseo es vàlido pero ni siquiera tuvo la delicadeza de citar fuentes bibliográficas. Cosas Veredes Sancho! No a la piratería, no al plagio literario. Y para cerrar esta situación algunas gráficas para reforzar.
1.- Artículos de Prensa Publicados
2.- Mi Libro: “Historia Mínima de Timotes”, 1992.
3.- Mis Otros Libros sobre La Campaña Admirable, ya referidos.
4.- Fuente Original: Periódico El Pordiosero, Nº 17, Timotes.
5.- Libro: Chachopo Ayer y Hoy de Jesús Aligdo Ramirez
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